Quiromancia

El hijo se sentó frente al padre y vio sus manos. En ellas leyó los signos que del duro trabajo fueron quedando con los años, y en esos signos se vio a sí mismo y a la esperanza que alimentaba el diario cansancio de quien endurecido por el trabajo era capaz de brindar la más tierna de las caricias.

 

Maigo