En tiempos de libertinaje repudiamos todo tipo de orden. Creemos que la medida o principios son invenciones injustas. Exagerando esta consideración, afirmamos que estas arbitrariedades son impuestas por algún opresor. La injusticia está en someter nuestra libertad y reducir la posibilidad para una verdadera dicha. No resulta sorprendente que viviendo en estos tiempos la confianza en las leyes pase por ingenua o maligna. Defender la ley se vuelve asunto de gente tradicional, estrecha o conservadora (atributos dichos de modo muy ramplón). Análogamente sucede con el arte: su perfección reside entre más original e innovador resulte. Tampoco debe ser sorpresa por qué los clásicos del arte van perdiendo su atractivo.
Para comenzar a esclarecernos, cabe hacer la distinción entre orden y estructura. Comúnmente hablamos de estructura en la construcción de edificios. La estructura metálica, conformada por vigas y remaches, sostiene un edificio para evitar su derrumbe. Pueden pasar los años y éstos desgastan las paredes y suelos, pero la estructura es capaz de resistirlos. Frío e inmutable hace frente a los vientos favorables o perjudiciales. Asumir, por ejemplo, que las sociedades están ordenadas de este modo, se conoce como funcionalismo. Cada hombre nació y ejerce una posición en la estructura. Nunca reclamar —ni debe hacerlo— porque para eso nació. Los de ciencia son los que investigan y formulan teorías, los de mano dura cortan el trigo. Todos sincronizados hacen que el reloj funcione y vaya marcando el tiempo.
En un orden mecánico la originalidad es ruptura. Si el artista aspira a ser original, sus creaciones deben irrumpir. No son contemplaciones bellas, sino gritos al vacío. En ese sentido el juego se hace sin reglas y cada corriente artística es un relámpago que azota la tierra villana. Hay constancia de este fulgor en la provocación que genera, sea en el público o en los expertos del gremio. No importa si la luz brilló efímeramente, cuenta el hecho extraordinario que acabamos de presenciar.
Sin embargo no todo orden tiene que ser mecánico o estructural. El movimiento también puede hacerse presente más allá de causa y efecto. Así, la realidad no tiene que ser estática. En la Poética Aristóteles menciona que los hombres somos capaces incluso de deleitarnos en la imitación de cosas dolorosas para la vista (1448b-10). En tal caso, así como no sentimos repugnancia por esa clase de imitación, tampoco sentimos hastío por ver imitada la misma historia (en apariencia). Lo que nos deleita es la imitación y labor del poeta y artista. Su genialidad radica en, como diría cierto poeta mexicano, llegar, descubrir y perderse en lo mismo. La realidad no la vemos agotada, por lo mismo cada poema, pieza literaria o buen cuadro tiene algo que decirnos. Por contrario que parezca el arte es otra muestra de nuestra insuficiencia.
Para lo anterior hay que aceptar lo engañoso de lo inmediato. Lo real no se caracteriza por lo aparente que vemos. Extrañamente eso no impide que dejemos de hablar de ello. No gozamos de un ojo divino en nuestro espíritu, pero tampoco somos escépticos. Aquiles aclara aquello que entendemos por valentía. Fausto, aquel afán, quizá insaciable y desastroso, por el conocimiento. O Primo Levi acerca de la dignidad y justicia humana. Cada cual va enriqueciendo e iluminando nuestra experiencia sobre ello, a pesar de que tal vez nunca tengamos suficiente claridad. Siempre estaremos enfrentados con la ambigüedad. La realidad es mágica no por engendrar hombres con cola de cerdo, sino por haber hechiceros que encantan las cosas.
Moscas. La semana pasada se reportó el hallazgo de 75 a 80 fosas clandestinas. Este fin el Colectivo El Solecito encontró 28 cuerpos en 8 fosas registradas, publica el Reforma (8, 286). De continuar la tendencia, en 75 fosas podría haber por lo menos 200 cuerpos. Y lo peor, los cadáveres en fosas clandestinas siguen sin tener rostro.
II. Esta semana capturaron a los secuestradores y homicidas de una figura pública en Cuautitlán Izcalli. Cercano en fechas a su plagio, una joven fue secuestrada, liberada y a paso veloz huyó a otro sitio. En las últimas semanas han aparecido embolsados y destazados. No es el norte ni la Lagunilla. Pueblo chico…
Y la última… Los ánimos han estado muy agitados por la muerte de Juan Gabriel. Entre que apalean a un intelectual y otros que ven a uno en Juan Gabriel. Enardecidos en el ronco pecho, varios literatos expresaron su pérdida terrible y fatal.