Soñé que liberaban a Mireles, lo sacaban una madrugada del cuarto de cuatro por cuatro donde lo obligaban a cagar enfrente de todos. Estás libre, le dijeron, y sin darle oportunidad de ponerse los pantalones, le pusieron las esposas y lo arrastraron por el pasillo que le devolvería la libertad. Salió a respirar el viento de la madrugada, no sin llevarse su despedida de parte de los guardias antes de que le dejaran vestirse con su ropa de civil. “Pa que no nos olvides” le decían mientras hacían lo que los guardias saben hacer muy bien con sus puños. El aire era un poco menos rancio, pero apestaba igual a encierro.
En fin, Mireles fue liberado en la madrugada, nadie dijo nada, nadie fue a celebrarlo, ni los noticieros cubrieron tan especial acontecimiento, es más, ni siquiera hubo alguien que fuera a recogerlo y lo llevara a darse una ducha a un hotel cercano. Lo que sí pasó, fue que el tiempo le dejó caer sobre sus hombros una pesada lluvia helada, tal vez para purgar sus culpas, que aunque haya sido en defensa propia y comunal, Mireles había matado hombres. De la noticia nadie se enteró, no porque el gobierno, que encuentra su mayor placer en difamar a los justicieros de verdad; hubiera movido los hilos de los medios de comunicación, para que el héroe defensor de su comunidad pasara desapercibido. Tampoco fue como que el evento fuera de poca importancia, de verdad, cuando Mireles pudo usar un teléfono, varias trocas con vidrios polarizados fueron a levantarlo. Le secaron la lluvia y la sangre, le vistieron con ropa humilde para que no llamara la atención y le restituyeron su puesto con todo y armas, dentro de la autodefensa.
Mireles nunca saldrá de prisión, aunque en estos mismos momentos, esté frente a mí empinándose una botella de tequila y lanzando balazos al cielo para celebrar su recién adquirida libertad. En prisión sirve de ejemplo, crea consciencia, estimula jóvenes con hambre de justicia y adultos con sed de sangre. Afuera, solo es un tipo que hizo enojar a mucha gente, tal vez a narcos, tal vez a militares, tal vez a civiles. ¿Qué más da? Los héroes no cuentan ni llevan registro de a quiénes han matado. A mí, en lo personal, me alegra ver a Mireles correteando a las muchachas, supongo que después de salir de prisión, hasta un hombre recto de su edad, tiene ganas de retozar un poco. También me alegra que Mireles siga en la cárcel sin estarlo físicamente. Allí ayuda más a la gente y legitima las autodefensas. Me alegra mucho ver cuánta simpatía ha generado en las redes sociales. Mucha gente que no lo conoce, lo apoya, grita su nombre y escribe sobre sus hazañas gloriosas, como si fuera un Tersites moderno del que a todos los hombres que era Homero, les gustara hablar. Me pone feliz que todo México sepa quién es Mireles, qué hizo y porqué va a pasar a la historia como un hombre valiente. No importa que nunca vaya a salir de prisión, ¿qué más da? Si al trascender a la historia, la libertad lo recoge a uno como Afrodita a Paris y lo lleva al lecho de la Victoria a celebrar.
Sí, Mireles es un hombre bravo, no cualquiera se enfrenta al narco como lo haría un lobo contra otro cuando el frío y el hambre amenaza con acabar con ambos. No cualquier civil, cuyo arte no es otro que el del buen funcionamiento y orden corporal, de la noche a la mañana, reúne hombres con el mismo valor que él. No cabe duda que lo que Mireles ha hecho, es digno de imitación, conmueve a chicos y a grandes por igual, nos lleva a conscientizarnos de que por un lado los narcos nos chingan, se chingan al pueblo que somos nosotros; mientras que por otro lado nos chinga el gobierno que nos niega las armas para defendernos, tanto de los narcos como de los soldados. No importa, mientras haya valor, habrá armas, de eso no cabe duda. Ahí están nuestros héroes de la batalla de Puebla que echaron para atrás a los franceses a punta de piedrazos. No importa si Mireles está dentro o fuera de prisión, lo que importa es lo que nos ha enseñado: ya es suficiente de tanto abuso, el pueblo no es ningún pendejo y también puede defender lo que es suyo (o sea nada), esto lo tiene muy claro. ¿Por qué vivir agachados cuando se puede vivir armados? Mireles es un hombre como tú, como cualquiera, que ya nos demostró que podemos armar nuestras autodefensas y defendernos de quien nos quiera chingar, no importa si es nuestro vecino, nuestro dealer, nuestro médico, nuestro contador, nuestro profesor, nuestro presidente, nuestro barrendero, nuestro estilista, nuestros padres o nosotros mismos.