Los días muertos

Empieza noviembre entre flores de cempasúchil y calabazas por todos lados. En las calles el remanente de octubre queda como los restos de la fiesta de la colonia. Todavía salen los niños pidiendo su calaverita y los más grandes presumen el ingenio puesto en sus disfraces. Las ofrendas se encienden y lo colorido en ellas se tiñe de un anaranjado tenue y mortal, ese mismo anaranjado que encontramos en el atardecer vencido por la noche. Junto a las fotografías maltratadas por el tiempo, va endureciéndose el pan de muerto hasta parecer una roca. Los días también hacen lo suyo sobre la fruta, la cual lentamente pierde su bello olor natural.

En el principio del mes las personas consiguen presurosamente lo necesario para disfrazarse o montar sus altares. Las vías públicas se tornan caóticas; en sus costados pululan los vendedores ambulantes y los coches intentan avanzar en las apretadas vías. Entre éstos la gente corre sin dirección, a veces comprando lo que necesitan y otras dejándose seducir por los productos recién salidos de almacenes. Brujas, vampiros, demonios y figuras de cine resultan atractivos para los de espíritu de chiquillo, los más solemnes acuden a los puestos de flores o frutas para su ofrenda. Los últimos meses son afortunados para los vendedores. Si hubo algún momento de vacas flacas, aún queda tiempo para reponer el rancho. Al final de año la mesa del vendedor luce con alimentos inusuales, quizá como ofrenda por el esmero en el trabajo. Mientras tanto en la mesa del comprador se respira un alivio que es saboreado como paz.

El vendedor sabe que hay que aprovechar los meses de fortuna. No en vano las tiendas y comercios parecen tener urgencia por llegar a noviembre y diciembre. Parpadeamos y aparecen los adornos tenebrosos, volvemos a parpadear y éstos se han vuelto amables y cálidos. Algunos, sorprendidos, se hallan en el colofón del año, con cierta añoranza ven lo que hicieron. Situados en noviembre, sienten que el treinta y uno llegó y temen lo veloz que ha sido el tiempo. ¡El año se pasó volando! ¡Estamos en Noviembre, el año ya se acabó! Para ellos los días restantes se esfuman con presteza; pronto dejarán de ser y quizá ni puedan evitarlo.

A propósito, los días de asueto son el consuelo ante el final desazonador. Por unos momentos el tiempo incesante logra detenerse. Con las vacaciones decembrinas podemos olvidar que los meses se han ido volando, aunque sean su mismo indicador. En la agenda el año terminó, resta celebrarlo amargamente. Insatisfechos, los últimos días son incómodos y hasta fastidiosos (¿solamente los últimos?). El sol deja de ser el protagonista del amanecer para volverse el orbe que provoca el hastío en un sábado a las dos de la tarde. Caminar con la frente azotada por el calor hace maldecirlo.

Moscas. Contrario a lo que parece, el Senado sí vela por la población. Su cuidado va más allá de un sexenio, y así lo señala Salvador Camarena.

II. A propios y extraños sorprendió que el presidente rompiera el rito presidencial para lanzar una palabra atrevida. Aunque eso pudiera significar algo más.

III. En estos días un par de panistas fueron regañados por su aparición en medios. Pese a que los spots de Anaya no serán retirados, el TEPJF decidió acerca de la exposición mediática de los líderes de partidos. Por otro lado, para el INE la portada de la revista Líderes es un acto de promoción. ¿Y la revista Central no lo fue? ¿Y las portadas en Vértigo? ¿Y la promoción en cines y TV Azteca?

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