Te fuiste danzando con tu voz dorada. Danzando, hacia el fin del amor.
Te escurriste por esa grieta que lo quiebra todo. Que permite el paso de la luz.
Y en ese vals, bailando a Marianne y entonando Aleluya, diste con la cura del amor.
Para reirlo y llorarlo, y llorarlo y reirlo todo nuevamente.
Gazmogno