Amistad y memoria

Amistad y memoria

 

El solitario no tiene memoria, sólo obsesiones. La memoria, la buena memoria, vive en el diálogo, conforma a la amistad y sólo vive en ella. La crisis de la amistad será el término de la memoria. Terminada la memoria, todo será un dato solitario. En el mundo de los solitarios cundirán las obsesiones. Quizá por ello la era de las comunicaciones parece tan obsesiva, tan solitaria, tan sin amigos…

Para Aristóteles, la amistad es consentimiento de la existencia [1170b11]: los amigos consienten lo bueno de ser. Por ello, la amistad siempre es presente, permanente visión presente. Sin presente no hay amistad. El presente, en cambio, no es una condición del tiempo –que eso es el ahora (nyn)-, sino la experiencia accesible por la memoria, por el “hábito del presente” [450a30]. Sólo por la memoria es posible consentir la existencia, pues sólo en el presente hay consentimiento: el pasado está abierto al asentimiento o al disentimiento; el futuro a la desesperanza o la esperanza. La memoria del que puede ser amigo se ha de distinguir de la memoria como cualidad de lo vivo; o en otras palabras: la memoria humana tiene una diferencia específica respecto de la actualidad inteligente de lo vivo. La memoria humana es kata logon. Con exageración podría decirse que la memoria del hombre semeja más un catálogo que un archivo; pero yo prefiero no afirmarlo.

¿Qué pasa con la memoria cuando está asida por el logos? La memoria humana hace el presente de palabras, esto es según “cuenta y razón” –para utilizar la rara expresión de García Bacca-. Un presente de palabras, además de fundar el tiempo, da lugar al diálogo: por la memoria el hombre puede darse tiempo para dialogar, para hablar de lo que importa, para la amistad. Dos consienten la existencia no por su coincidencia en un mismo tiempo-espacio, ni por alguna armonía preestablecida, ni por la imposición de la premura pragmática; consienten la existencia porque ambos están presentes, porque haben su presente en palabras, porque en la amistad consentir es recordar…

No me ha pillado el lector: ni me digo que las almas cruzan el Leteo, ni creo que los amigos son quienes cansados se reúnen en torno a la mesa de un café a recordar el tiempo en que fueron felices. Tanto la amistad fundada en un destino mitológico, como la amistad que es refugio de la imposición pragmática, son amistades deficientes, degradadas: perecederas e insalvables. Los amigos sólo son amigos plenamente cuando consentir es recordar, cuando la anamnesis nos permite consentir la existencia. Por eso afirmo que sólo en el diálogo hay amistad y sólo ahí hay memoria. Lo demás es obsesión por el pasado, terror a la soledad, o consuelo de la compañía. Vivimos tiempos obsesivos.

 

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. «El reto del populismo debe llevarnos a la autocrítica y no a la guerra santa», dice insuperablemente el lúcido Jesús Silva-Herzog Márquez. 2. Héctor de Mauleón presenta un panorama del incremento de la violencia en Guerrero, estado en que el gobierno federal ve la disminución de los índices de criminalidad. 3. El equipo de Denise Maerker reportó un asesino serial en la Ciudad de México. Primera parte. Segunda parte. Tercera parte. 4. Héctor Aguilar Camín señala que nuevamente hay amenazas contra Héctor de Mauleón, en esta ocasión lo amenazan los familiares de Joan Sebastian, quienes se sienten agraviados porque el periodista indicó los nexos del cantante con la trata de personas y el abuso sexual infantil. 5. En la semana se informó la cancelación de la sección de opinión del diario MásporMás. Ya no tendremos las columnas de Diego Enrique Osorno, Daniel Moreno, Guadalupe Nettel, Daniel Saldaña, Fernando Rivera Calderón, Nacho Lozano, Diego Rabasa, Aníbal Santiago o Wilbert Torre. Lástima, fue una sección editorial novedosa e innovadora.

Coletilla. Excepcional en más de un sentido la reseña de Sergio González Rodríguez a Morirás Lejos, la novela de José Emilio Pacheco que al fin puede conocer mi generación.