Ante la ley

Las instituciones suelen utilizar la palabra “ley” para situaciones referidas a normatividades regidas por protocolos que velan por el bienestar del estado. En cada palabra anteriormente utilizada es difícil encontrar una situación concreta, un dilema legal, una prueba que nos refleje la vida, la centralidad de la ley. La ley, en la oración, es fría, ajena, lejana. Por tanto se añora aunque no se entienda exactamente qué se está añorando. Con ideas semejantes, Franz Kafka nos presentó el gran problema de la institucionalización de la ley: cómo nos aleja, aunque finja que no, ésta.

En el relato Ante la ley, que está situado en el contexto de un absurdo proceso contra Michael K, Kafka nos presenta sólo una situación concreta, la llegada y el intento de acceder al lugar donde supuestamente está la ley. Lo demás son especulaciones, que ahí está la ley (como si la ley estuviera en un lugar), que el guardián es un hombre poderoso y que hay más guardianes que custodian la ley y que sólo una persona buscó la ley. Por otro lado, Kafka logra mostrarnos qué tan indiferentes podemos ser con una persona que busca la ley, pues difícilmente nos compadecemos del campesino que lo hace. Ni siquiera mostramos sobresalto cuando usa una frase que, si es usada en el momento en el que alguien es víctima de la injusticia (si sufre un asalto, una agresión física o el ver cómo matan a un hombre), sonaría aterradora: “la Ley debería ser siempre accesible para todos”. El anhelo de justicia nunca duele tanto como cuando se padece una injusticia. Con estos dos detalles entendemos que no sólo la ley ha sido institucionalizada, sino que también nosotros vivimos la ley institucionalizadamente. Actuamos con rigidez, como personas institucionalizadas.

Los sobornos ante los que creemos que custodian y tienen la ley no sirven para acceder auténticamente a ella, como los que da el campesino al guardián. No se vive legalmente si uno puede hacer lo que quiera como quiera. Parece que Kafka nos enfatiza que se vive legalmente mediante el ejercicio de la ley, pero uno que pueda ser comprendido, que le permita al acusado y al acusador, a quien parece que cometió injusticia y a quien fue tratado injustamente, saber por qué no sólo es conveniente, sino bueno, vivir guiados por la ley.

Yaddir