10 de mayo

Sólo en el regazo de María es posible encontrar el cobijo que la modernidad es incapaz de proporcionar.

El dolorido corazón del hombre, acude tembloroso a los brazos de la madre, antes de presentarse con el padre y pedir el perdón, que amorosamente se le concede en el momento de la salvación.

Sólo en el regazo de María la salvación encuentra el calor materno y amoroso de la madre que nos fue entregada en el dolor y que nos disculpa por hacer lo que no sabemos cuando lastimamos a nuestro salvador.

Sólo en el regazo de María nosotros renacemos como hijos de Dios, ya que el hijo bien amado del padre desde la cruz nos lo otorgó. Benditos somos por tener el regazo de María, porque nos entregó a su hijo y nos mostró la dulzura del servicio desde antes de la venida del salvador.

Pero ingratos, celebramos a las madres exigiendo las perlas que la virgen jamás pidió.

Maigo.