La sección de la venganza

“Diles que no me maten” es un cuento desesperadamente ambiguo. El lector expectante ante los alaridos de Juvencio Nava se figura el momento en el que lo matarán; su imaginación enardece luego de saber que lo quieren matar por  una venganza aparentemente justa. Pero nunca lo matan. De la misma manera, el cuento empieza con la desgarradora voz en primera persona del personaje, que deja paso a una contextualización que parece recuerdo del propio Juventino o intromisión de un narrador, y por ahí se cuela la voz de los chismosos, la de los que dicen que se dijo, pero nunca pueden corroborar el suceso. Ambiguamente el inculpado quiere salvar su vida, pero no opone mucha resistencia cuando es buscado y llevado ante su verdugo, como si su quietud fuera una pasiva entrega para dejar de sufrir tanta persecución de la que fue víctima o pagar con su vida el daño que le hizo a su compadre y a la familia de éste. La relación entre Juvencio Nava y su compadre Guadalupe Terreros también es difícil de comprender, pues mientras Don Lupe no quiere ayudar a su compadre, no a cualquier particular, a su compadre, éste busca la manera de ayudarse a costa de la voluntad de aquél. ¿Qué nos quiere decir Juan Rulfo con tantos detalles enrevesados y contradictorios? Pues no habla totalmente del deseo de vivir del hombre, o de su desesperación ante la muerte, de lo enraizado que se vuelve el deseo de venganza, así como tampoco de la justicia que debería aplicársele a quien mata.

Tal vez el problema de “Diles que no me maten” sea la justicia, pero aquella que parece una venganza al egoísmo de los individuos. Es decir, Juvencio tiene problemas con su compadre porque éste no le permite que los animales del primero coman en su corral; Juvencio se salva del castigo de un homicidio porque logra corromper a la ley (aquí es cuando el aspecto legal se desvanece y la justicia queda a manos de los individuos); pero el hijo del compadre, quien se vuelve coronel, regresa para vengarse de lo que le pasó a su papá. El pleito nunca escapa de la venganza del que pega y el que se quiere desquitar del golpe. Juan Rulfo nos enseña que esa costumbre enraíza y muestra sus frutos negros entre personas egoístas. A Juvencio no le importa que maten a su hijo con tal de que éste suplique que no maten a aquél. Al coronel no le importa que el asesino de su padre esté viejo, lo que le importa es saciar su ansia de venganza. Rulfo nos muestra la injusticia de ser individuos.

Yaddir