Escribiré estas palabras ayer, antier… una semana antes… y las publicaré en seis años, cuando el mundo esté más roto, más carcomido; cuando la vida valga veinte pesos menos, ¡cuarenta pesos menos! ¡Cuarenta! Pues el ahora no existe, el hoy no está, se fue, se evaporó, se mutiló, nunca ha estado. Clausuró sus puertas y se disfrazó de porvenir, pero como no está allá, nunca llegará. Como nunca llegaron las palabras que escribiré ayer… y que publico mañana.
Gazmogno