Dilemas políticos

La labor política no sólo se limita a lo que decidan los gobernantes, aunque quizá sean ellos los que tomen las decisiones de mayor resonancia. ¿Qué hacen los súbditos, aquellos que trabajan para los gobernantes?, ¿obedecerlos plenamente o mezclar su criterio con las ordenes que se les dan? La respuesta que se dé evidencia el interés político de los principales participantes políticos. La política puede ser una carrera individual, semejante a las vidas empresariales, o un trabajo colectivo.

Un problema dentro de la práctica política, cuando todavía la hay, es si conviene decir todo los que se cuenta en una embajada. Es decir, si un mandatario de alto nivel lanza una provocación hacia el país representado por algún o algunos embajadores, ¿conviene que los embajadores no le cuenten todo al mandatario al que representan o importa más la obediencia que le tienen hacia su jefe? Si es una provocación, no se puede tomar como una declaración seria, por más influyente que sea quien lo haya dicho. Si así habla, ¿cómo se dispondrá para actuar? El embajador debe funcionar como filtro, saber qué quiso decir con su declaración quien la profirió, pues por tratarse de un mandatario no se puede tomar como si no la hubiera dicho. Tal vez sea sólo una prueba para ver qué hace el país afectado o podría tratarse de una demostración de poder la polémica declaración, incluso podría tratarse de una señal de debilidad y con las palabras quisiera empoderarse. Antes de obedecer a su jefe, el embajador debe ver por el bien de su comunidad.

La obediencia ciega funciona y es conveniente en una tiranía, régimen en el cual deja de haber política. Dado que cualquier decisión política es complicada, no puede dejarse a la voluntad de una sola persona el tomarla. El poder posibilita y dificulta las acciones. La buena vida no se aleja del poder, pero tampoco lo toma.

Yaddir