¡No estamos muertos!
La política mexicana es un sinsentido político. Todo intento por ejercer la justicia, por gobernar bien, admite el cambio. Pero México no. El poder político en nuestro país carece de sentido, pues no sabe gobernar. Lo que hay en el lugar del poder es la obsesión del tirano: la fuerza. La fuerza a diferencia del poder, lo retiene todo (ambición del tirano y del empresario), pone rígidos los músculos del cuerpo, véase la sonrisa fingida del señor presidente. El poder se ejerce, se ejercita, se ensaya. La fuerza se obtiene, se retiene, se estanca.
Lo peligroso de estar en tensión siempre, es que perdemos sensibilidad. Esto lo aprendí de mi maestro de Estética: si no hay sensibilidad, no sabemos si el cuerpo está enfermo, ya que no notamos los cambios, en nuestro caso político, no se admiten. México está en una charca de sangre. “Pero esto parece cosa de narcos”, me increparán los actores políticos, y yo les doy toda la razón. El negocio del narco es un actor político más. Esto quiere decir que la justicia es vendida al que nos llegue y lleve al límite de la impunidad: quien ofrezca más fuerza y placer, pero por la vía del trato. Trato entre criminales, ¡qué paradoja! Ya sabemos que ellos siempre optan por la tercera vía pacífica, como la llamó Zaid, es decir, por la mentira y el enjuague. La farsa de la paz se puede pactar por debajo de la mesa, por los subterfugios que ellos mismos construyen. Ilusión de opciones. La mentira es palabra que infecta, que seca. La charca se vuelve una fosa séptica. Y lo realmente peligroso de no tener sensibilidad, de no notar los cambios, es que ya no veremos la verdad, pues la verdad ejerce un cambio en el alma de los hombres que se nota en su andar, en su decir, en su saber y en su hacer: en su libertad. Sólo un enfermo vendería su libertad a los muertos. Sólo los muertos anhelan la rigidez política.
A lo más que puede aspirar el mexicano hoy día es a preguntarse en su fuero más íntimo, que es donde no hay ni espías obsesivos, ni cadenas, cual lo demostró Solzhenitsin con su Iván Denisovich, es ¿si quiere seguir siendo un muerto que ve traficar con la justicia en las fosas sépticas?, o ¿quiere comenzar a vivir la vida que le corresponde, en la plaza pública, cual nos enseñaron los antiguos sabios? Si su respuesta es: ¡Quiero vivir!, entonces lo que sigue es trabajar para la justicia, para la vida, para la verdad… también es posible que ya lo esté haciendo, en este caso, la libertad, pronto, romperá cadenas.
Javel
Para seguir gastando: Si no los podemos vigilar, hay que matarlos.
Si los podemos vigilar y vemos que son peligrosos al régimen, hay que matarlos.
Si los podemos vigilar y vemos que no son un peligro para el régimen, hay que matar a algunos como prueba de nuestra fuerza. Crear terror. Dejarlos tiesos. Terroristas en casa.