Al dar un comentario sobre una idea de difícil comprensión se suele malinterpretar lo que se dice con lo que se quiso decir. Fácil es echarle la culpa a la limitación del lenguaje para expresar nuestras ideas. Lo difícil es comprender que las ideas sobre asuntos o situaciones complejas deben ser dichas con algo más que con intenciones. Aún sobre las situaciones que nos parecen más simples opinar sólo porque de eso están hablando todos, lleva a no querer entender el asunto y decir cualquier cosa. Las redes sociales alientan la opinología.
Una situación alcanza la cima de la viralidad. Vemos que alguna persona fue grabada haciendo algo vergonzoso, diciendo alguna idea que resulta exagerada o cometiendo una transgresión contra las buenas costumbres. En cualquier caso, sin saberlo, sólo nos interesa lo grabado, no lo que está antes ni después (por no decir lo que está mucho antes y mucho después). Si conviene al ánimo social, a lo que la mayoría quiere expresar, a la persona se le da un carácter, pero nunca es uno problemático, siempre se trata de uno extremo, de fácil clasificación, que debe ser desechado y erradicado de las buenas costumbres. La persona grabada no tiene derecho a defenderse; si lo intenta, a nadie le interesa, pues ya se sació la indignación colectiva. Ya se expresó todo lo que se tenía que decir sobre el asunto; ya se reafirmaron unas incipientes ideas de bien y mal.
Lo que aparentemente sólo se queda en las palabras, en un comentario entre miles, ¿podríamos pensar que va afectando nuestra capacidad para entender y juzgar las acciones humanas? Es decir, ¿las redes sociales, en la viralización de las situaciones de las que apenas vemos unos segundos, nos pueden llevar a simplificar los juicios sobre las personas en general? De ser este el caso, apoyar la viralización es un problema de justicia, en un país que se duele cada hora de los actos injustos. De no ser el caso, tal vez todo se quede como un problema de palabras y de su comprensión, pues las palabras se encuentran lejos de nuestras acciones diarias.
Yaddir