Sé que más de un lector se va a indignar por nombrar a un alto miembro de la cultura universal y a un simple cantante sumamente famoso. Pero hay una razón que me lleva a juntarlos y, si el lector demuestra que mi razón es insuficiente, deberé retractarme. ¿Qué pueden tener en común un escritor que vivió en carne propia y reporteó las injusticias que padecieron los argelinos, quien escribiera una novela donde puso a un personaje sin carácter y un joven que eleva las pulsiones de sus fanáticas? Parece que no son sus capacidades intelectivas, ni que ambos aparezcan en una foto; ambos tienen en común su público.
No explote el lector en una carcajada al pensar que las personas que leen con gusto a Albert Camus, si es que realmente debe leerse así, bailen lo que canta Maluma. Esa semejanza, que quizá algunos compartan, no es la que pretendo destacar. Más bien, pretendo enfatizar que los lectores de Camus, así como los que escuchan a Maluma, no lo leen por las más profundas razones, lo leen por gusto. Dicho de otra manera: así como el existencialismo es una moda, la música de Maluma también. No quiero decir que el existencialismo sea algo que deba ser tomado a la ligera, todo lector debería horrorizarse al leer el extranjero o darse cuenta de que ese sujeto (que no puede llamarse personaje por su falta de carácter) es la podredumbre del hombre moderno. Por otro lado, si la base del existencialismo es alguna clase de pasión, sensación o la falta de ella, no puede tomarse, filosóficamente hablando, en serio. Evidentemente, el existencialismo, en algún punto, no es absurdo. Pero aquellos que denostaron a Maluma por leer a Albert Camus (que no sabemos si lo entienda más de lo que lo entienden los fans del argelino) evidentemente no se toman enserio el existencialismo.
Las modas surgen de los gustos y estos suelen tener su base en algo que se diluye. Por ello, no hay buenos y malos gustos, sólo gustos que se dice que son buenos y gustos que se dice que son malos. Evidentemente, sí es posible explicar en qué consiste la buena y la mala literatura. También es posible explicar por qué es mejor escuchar a muchos cantautores que a Maluma. Pero la razón en los tuits se diluye. Por eso, ayer no se criticó a Maluma por aparentar leer un libro de Camus, así como no se pensó por qué leerlo es mejor que escuchar a Maluma. Ayer, sólo se jugó a la indignación.
Yaddir