La actividad de un psicólogo es importante porque tiene en sus manos almas humanas. Su problema principal no es si cree en el alma o la considera arcaica debido a las nuevas investigaciones que permiten conocer al sujeto humano, pero si pensara el alma con la importancia con la que debe ser pensada quizá no tendría ese problema. Tampoco le es demasiado problemático saber si su actividad debe ser una profesión, ciencia o vocación, aunque si se lo preguntara tal vez vislumbraría su principal problema. Aunque el psicólogo no pueda prescindir de sentimientos, por lo que no puede evitar involucrarse con sus pacientes de alguna manera o realizar su actividad en su parcial beneficio, ese tampoco es su problema principal, aunque con esto se relaciona.
Nietzsche nos puede ayudar a entender el problema principal del psicólogo: el engaño. En el octavo discurso de la primera parte del Zaratustra, éste observa a un joven que rehúye de él, luego se lo encuentra y le dice que los prejuicios nos lastiman. El joven se asusta y dice que estaba pensando en Zaratustra. Éste clarifica su idea. El joven repite la idea de Zaratustra y se sorprende de que le haya descubierto el alma. Zaratustra afirma: “A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente.” Si bien podemos pensar que un psicólogo no es tan astuto (malévolo pero inteligente) como el sabio de Nietzsche, sí tenemos en claro que, en un mundo con prejuicios por doquier, entre los que destacan las hipótesis que aparentemente explican, un alma sensible e insegura puede ser fácilmente engañada, más por quien se tiene por sabio. Actualizando lo anterior, el psicólogo es reputado por su conocimiento sobre el comportamiento, la conducta, la psíque, o por cualquier color con el que se quiera entender al alma humana; tiene autoridad ante su paciente. Éste puede creerle sin rechistar, más si es explicado parcialmente. El psicólogo tiene el poder de inventar almas.
Aunque tampoco podemos pensar al psicólogo como un ser malvado que busca imponer sus ideas, ni al paciente como alguien dependiente de ellas, sin considerar que hay corrientes psicológicas que intentan hacerle ver al paciente sus propios problemas o psicólogos que se interesan sinceramente por las personas. Esto no cancela, empero, que las preguntas u observaciones hechas por el psicólogo partan de una idea de lo correcto para su paciente o para el hombre mismo. A su vez, esa idea parte de una idea sobre el hombre. El hombre puede ser un sujeto de estudio que se conoce mediante determinadas metodologías. El principal problema del psicólogo parte de ver al hombre como objeto de estudio y no como un misterio que se auto conoce.
Yaddir