Minuta del polvo
Para los muertos
Para los vivos, porque algo queda
Vibra un clamor en el grito del aire,
fiero beso de migraña sellado
en un soplo tibio, en un pulso helado;
la voz recrea una oquedad inane
y el polvo encarna con la sangre
haciendo llaga un puño débil,
seguro en su incierta desnudez.
El espacio no amamanta heridas,
sólo abrojos de engañosa tez
que tornamos luces habitables.
Queda la carne, el rumor estéril
de una esperanza hija de la noche,
nictálope en su calor forzado,
ciega aún ante el parto temporal
de su futuro, gesto del presente.
Dentelladas pide el muerto suelo,
que la sepultura es vieja madre;
hallarás entre tu tierno duelo
el agua de tu manida orfandad,
simulando tu reflejo, tu bondad.
Cruzarás la piel inerte de una tumba:
sentirás tu rostro al paso de tu mano.
Tacitus