Sobre el gusto por los disfraces

¿Por qué nos gusta disfrazarnos? Que sigamos tradiciones sin cuestionar, mucho más si son divertidas, parece que no responde totalmente, pues siempre queremos disfrazarnos de algo en específico, no de cualquier cosa. Parece que la vanidad nos motiva a usar disfraces; queremos lucir aterradores,  elegantemente tenebrosos o provocativamente espeluznantes; queremos causar alguna reacción en nuestros espectadores. Pero responder que es simplemente por vanidad, o entender así a la vanidad, nos traslada a otra pregunta: ¿todos los días nos estamos disfrazando? Aunque la pregunta ya se volvió malévola, pues se estaría suponiendo que todos los días estamos ocultando algo con nuestra apariencia y queriendo que nos vean como queremos ser vistos y no como realmente somos; sería como suponer que somos tan endemoniados como queremos mostrar con nuestros disfraces. Pero la ropa que nos ponemos cotidianamente siempre es la misma, lo cual hace que, incluso para el más malévolo, sea complejo mantener su engaño; por otro lado, las palabras o incluso las propias acciones puedan ocultar más de lo que lo hacen los trajes que usamos. Volvamos a la pregunta inicial.

El primer ensayista inglés decía que el gusto que teníamos por la mentira se veía en nuestro gusto por los disfraces de los carnavales o las vestimentas del teatro. ¿Será que nos gusta mentir y por ello nos disfrazamos? Ya no es mera vanidad la que nos orilla al disfraz, sino una búsqueda de decidir lo que el otro va a decir de mí. ¿Para qué controlar lo que la gente opine de mí?, ¿se buscará un uso político con la venta de la propia imagen?  O acaso, como Macbeth cuando ve la daga imaginaria y dice que la bondad es un niño cabalgando en medio de la tormenta, el disfraz y su efecto nos permiten justificar nuestras intenciones más oscuras, más malvadas. ¿Los disfraces nos ayudan a ocultarnos a nosotros mismos nuestros deseos más malvados?

Yaddir

Gazmoñerismo presuroso

Yo le hablaba de Pink Floyd y de Leonard Cohen, de jazz y de poesía zen, con la presura de quien enseña el alma en la trémula confesión… pero ella me hablaba des-pa-cito.

Gazmogno

Mala suerte

— Véndame dos gramos de mala suerte, por favor.

— ¡Híjole, se la debo, se me acaba de terminar!

Parcas letras

Parcas letras

 

 

En el afán de seguir el juego de las letras contadas, de que haya más participantes en el juego y acomodándome a las costumbres de los tiempos, presento hoy una calavera que es soneto, con sus letras contadas y bien muertas. Se llama “Las trescientas letras muertas”.

Buscándolo por astuto,                    19

la Parca encontró al Javel:              22

“por emular al gran Gabriel           22

serás motivo de luto”.                      28

Luego fue por su compinche,            22

un tal Tacitus llamado:                       19

“te aniquilaré ahogado,                      19

dejaré que el cuerpo se hinche”.       25

“Ando buscando al Namaste              21

por no respetar las letras,                  22

sin que con ranas se baste”.               21

“¿Por qué hacer cruentas cuentas      26

en un soneto que engaste                     20

trescientas letras muertas?”                 24

                                                                   ____

                                                                    300

 

 

Námaste Heptákis

 

 

Escenas del terruño. 1. Pues no, los funcionarios no cumplieron: en octubre no se presentaron avances en la investigación de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. 2. Mintió. Violó la legislación. Fue desmentido. Se le destituyó. Se dijo víctima. Los progres lo arroparon. Se desdijo. Culpó al medio al que filtró la información. Los progres culparon a los funcionarios por tomar en serio al medio en que el exfiscal filtró la información. Y al final el señor Santiago Nieto declinó ser restituido. Farsa de inicio a fin. 3. El senador Miguel Barbosa, que así como dice una cosa dice otra porque hay cosas que ni qué, selló el caso del señor Santiago Nieto con la siguiente ocurrencia: “yo no conozco las causas, se van a conocer, no quisiera especular, pero sin duda tiene que ver con amenazas”. Ah, pus sí. 4. Buena pieza documental del equipo de Carlos Loret de Mola: Raqqa, vivir en el Estado Islámico. 5. Y terribles las imágenes que presentó el equipo de Ciro Gómez Leyva sobre los abusos carceleros. 6. Deshecha en elogios revolucionarios, La Jornada del pasado 24 de octubre elogió en nota principal y en la columna de Enrique Galván Ochoa una «propuestita» de Carlos Slim. No vieron, ¿raro?, la semejanza de la «propuestita» con el salario rosa que prometió Alfredo III. Excedidos en sus elogios al millonario no lograron ver que el «salario Slim» es una pobre imitación de la idea zaidiana de «repartir en efectivo». Hace 40 años Zaid lo propuso pensando en la justicia social y el combate a la corrupción; en la semana, Slim lo propuso porque «será mucho más barato». Ah, qué críticos que no pueden criticar a algunos. ¿Por qué será?

Coletilla. Si alguien ve a las nubes más contentas, no se extrañe: Fats Domino ya está en el cielo. Murió el pasado 24 de octubre, tras volver a la vida en 2005. En aquel año, retirado de la música y resguardado en su hogar, Antoine Dominique Domino lo perdió todo: sus recuerdos, sus trescientos zapatos, su tranquilidad. Fue encontrado entre los escombros de su casa como uno más de los damnificados por el huracán Katrina. Dicen que murió sonriendo… como lo recordaremos. Dicen también que por estos días las nubes andan tan risueñas como él.

 

Presencia

Presencia

Cuando el amor se ve desde el crisol del fuego, el problema no es que nos consuma, sino que se convierte apenas en escarcha de cenizas. Acaso la belleza, faro del amor, nos haga sabios cuando no requerimos animar las brasas con el tacto. Acaso el mejor beso se goza con los ojos abiertos, quitando el hollín de que se empapan esos vidrios cuya materia prima es un grano leve, excitable. Esperar no es manotear sobre la lumbre. La comunión verdadera no nos deshace: el castillo de arena que debe rendirse se llama vanidad. El amor es el soplo de la verdad, cuya irradiación enciende la vida en deseo, mientras la amistad reúne las manos deshaciendo el abismo. El pudor no contiene: es un ánimo solar. Sólo se disuelve en la vergüenza cuando se es desvergonzado. El pudor, así, no cubre el cuerpo, sino que entrega en desnudez fiel el alma.

 

 

Nota: te pido paciencia, buen lector, pues el juego que Námaste Heptákis y Javel han abordado seguirá la próxima semana en un intento más de mi parte.

 

Tacitus

Sigue la rana contando

Sigue la rana contando

Amable lector, te pido disculpas por no haber acudido a la cita de los jueves, un imprevisto me sacó del rumbo y no puede llegar. También aprovecho para pedir disculpas a Tacitus, por el espacio que ocuparé en su día.

  1. Una cuarteta cuasijitanjafórica de la rana saltarina en tiempo de la gripe

Salada vida la tuya

Renacuajo de estanque gris

Un viento es aleluya

Claridad hay en mi nariz.

  1. Un haikú que reúne el juego de la rana y el juego de las cuentas

Un salto                                              7

A distancia parece más                 19

¿Serán cuarenta y nueve, rana?    23

49

 

Javel 

Tiempos Modernos

Si algo enseñan estos tiempos modernos, es que ya no hay tiempo y que se logra ser productivo a costa de la felicidad.

Se optimizan tiempos y se reducen costos, sin notar que ahorrando en demasía nos volvemos avaros con lo humano: olvidamos fácil porque para recordar ya no hay tiempo, y perdonamos porque odiar es costoso y no porque el otro sea digno de amarse, o quizá porque ni siquiera hay tiempo para pensar en lo que es amar.

Si algo enseñan estos tiempos modernos es que ya no hay tiempo ni para pensar, porque ya habrá otro que lo haga en automático, llámese Siri o Cortana, lo que importa es no gastar tiempo precioso en acciones inútiles como recordar.

La búsqueda de comodidades nos libera tiempo para sólo estar: consumiendo y produciendo, yendo simplemente por el mundo. Ya no hay que hacer un movimiento que semeje el caminar, porque hay que ahorrar el tiempo, ya que ahorrando minutos diarios se aprovechan los tiempos modernos y se pasa el tiempo sin mucho pesar.

 

Maigo.