La amistad es mejor

La amistad es mejor

Hay un comercial circulando por la televisión –no lo he escuchado en la radio– que habla sobre lo extraordinario de una cerveza. El mensaje es claro. Hoy todo es extraordinario, lo cual nos imposibilita ver lo realmente asombroso. O dicho en otros términos, si todo es extraordinario, nada es extraordinario. Y es que hay que aceptarlo, la vida común es en gran parte ordinaria, aunque no por ello aburrida. Que sea ordinaria atiende principalmente a un orden y a un deseo por perpetuar ese orden o hábito. ¿Entonces, cuándo la vida se vuelve extraordinaria? Según el romanticismo juvenil, la vida es extraordinaria cuando rompemos las cadenas que nos sujetan a la vida común del trabajo, la familia y los amigos. Y los amigos son, en el mejor de los casos, quienes nos ayudan a romper esas cadenas, quienes se arriesgan con nosotros a ir por un rumbo quizá clandestino en donde la vida sabe más al paraíso prometido. Y todos tenemos amigos; todos tenemos, por eso mismo, una vida en parte extraordinaria.

Con los amigos la vida siempre es maravillosa y sabe mejor (éste es mi comercial sobre la amistad). La amistad nos acerca a lo mejor de la vida y a ver mejor la vida misma. Quizá por esto mismo Aristóteles no concebía a un hombre feliz sin amigos. El mejor de los bienes políticos va acompañado de la amistad. Pero acercarse a lo mejor, implica si no un conocimiento, al menos sí una ligera intuición de lo que es el bien. No nos hacemos amigos de malvados, a menos de que estén o estemos fingiendo. Y esto último es el gran problema, ya que si todos somos extraordinarios como lo muestran nuestras vidas virtuales, entonces resulta que o no necesitamos amigos, ya que vivimos maravillosamente, o que hemos logrado una sociedad de virtud pura, sin necesidad de practicar el bien. Si no se practica el bien, si no se ejercita la reflexión sobre el bien, la amistad corre el riesgo de ser una asociación de malvados. Nadie quiere hacer un mal a su amigo.

Si revisamos la otra propaganda de la amistad que es la literatura, vemos que en Narciso y Goldmundo, en El viejo y el mar, los diálogos de Platón  o en Platero y yo, de los amigos, siempre uno de los personajes es mejor persona, es más sabio, más bello, más valiente, es en suma mejor. El amigo es, en el mejor de los casos, también un maestro. Reconocer que mi amigo es superior que yo, no me apabulla del todo, sino que me instiga a imitarlo, a acercarme no sólo a lo que sabe, sino a compartirlo con él en una larga caminata o sentados a la mesa tomando un café (anuncio que ya me agrada más el café).

Si ya no reconocemos lo mejor, no iremos en su búsqueda, ni agradeceremos su compañía. Ingratos y solos nos deja este mundo virtual. Por esto, yo reconozco, al igual que Juan Villoro, que mis amigos son mejores que yo.

Javel

Para seguir gastando: Ahora que el Frente por México se anuncia como la nueva alternancia para las elecciones del 2018, habría que preguntarse con qué fundamentos democráticos entraría al poder, si es que gana, es decir, qué sustentaría su veracidad política, si resulta que las instituciones como el INE, ya están resquebrajándose. ¿No tendrían que restaurar el suelo de las instituciones para tener suelo firme? O, hay que estar atentos al modo en que sustentarán su ejercicio político.  ¿En qué consiste su alternativa? No queda claro por qué no sólo es una coalición de partidos como ya lo hemos visto antes.

La última y nos vamos: Hoy se cumplen 44 años de la muerte del gran José Alfredo Jiménez, les comparto una de las que creo de sus mejores canciones: Dios te señaló