Ideologías filosóficas

La tentación de la persona que le dedica bastante tiempo a su reflexión de incidir en la vida política de su comunidad es proporcional a su vanidad sobre su propia inteligencia. Tan propias le son sus ideas como la vida pública que lo rodea. ¿Puede cambiar algo a partir de su propia reflexión?, quien reflexiona sobre asuntos como el reflejo, ¿es consciente de los problemas políticos que han acuciado al hombre a través del tiempo?, ¿sabe que es un problema político el cómo inciden sus ideas en la cosa pública? Si realmente le gusta reflexionar, supongo que reflexionará en el inicio de su incidencia en la vida pública; si sólo se dice pensante por haber leído unas cuantas hojas de titanes del pensamiento, no se da cuenta del problema en el que está. Aunque, ¿puede haber política sin reflexión sobre la política?

Uno de los pensadores sobre la política más influyentes dijo que los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo y de lo que se trata es de transformarlo. La mayoría de sus lectores, principalmente aquellos que justifican usar la fuerza para hacerse de poder político, usan como estribillo para su causa esa frase sin percatarse de que esa fulminante afirmación nunca fue publicada, es la conclusión de una serie de tesis donde se reflexiona sobre la diferencia entre algo antes de conocerse y el objeto que ya tiene toda una estructura para ser conocido, el historicismo, entre otros temas, y que además esas frases sintetizan los defectos de la obra de Ludwig Feuerbach. Podría pensarse que sólo el auténtico filósofo, quien ha reflexionado durante miles de horas sobre qué asuntos son los más importantes de ser pensados, puede transformar el mundo. Pero nos topamos con un problema aún mayor si no vemos que el escritor de las referidas tesis nunca las publicó, es decir, nunca consideró conveniente hacer pública una afirmación tan radical. Al parecer el referido pensador alemán era más consciente de los problemas políticos del pensamiento que sus lectores.

Al no existir una separación clara entre las acciones y las ideas, pues toda acción parte de una idea sobre lo que conviene hacer o dejar de hacer, quienes creen en la superioridad de las ideas han visto la mitad del mapa de la zona que quieren conquistar. En consecuencia, un intelectual es más fácil de manipular por un político asiduo a las oscuras negociaciones que alguien cercano a la acción; todavía le resulta más fácil si el político tiene la máscara de intelectual. La tentación siempre enceguece.

Yaddir