Buenas intenciones

Mi abuela me decía que de bien intencionados está lleno el infierno, y me parecía extraño que eso dijera cuando por todas partes escuchaba que lo que cuenta es la intención. Creo que mi abuela no creía en intenciones ocultas sino en lo que se veía, pasado el tiempo, como el fruto de una acción.

 

A veces queriendo ayudar hacemos daño, pero casi siempre eso ocurre cuando no nos damos el tiempo para examinar cómo ayudar realmente al otro, porque en muchas ocasiones complacerlo sólo ayuda a perjudicarlo, ya que el alma suele perderse en complacencias que carecen de sentido, pero cuyo sinsentido pasa desapercibido para quien se emberrincha con ellas.

 

Mi abuela me decía que de bien intencionados está lleno el infierno, porque quien complace todo el tiempo deja de corregir amorosamente y tarde ve la insensatez de quien pide ayuda sólo para pasar mejor el tiempo. Pero lo que ahora menos hay es tiempo para contemplarse y verse en el otro y para corregirse sin temor o deseando por sobre todas las cosas ser mejor y no sólo intentar serlo.

 

De bien intencionados está lleno el infierno, porque el que sólo actúa teniendo buena intención no mide cuidadosamente el alcance de todos sus intentos.

 

Maigo.

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