Ociosidad civilizada

Ociosidad civilizada

 

Leemos los libros de memorias porque testimonian las vidas de los grandes hombres. En los casos más afortunados, una vida ejemplar es narrada de manera ejemplarmente bella: pleno dominio del estilo, prosa insuperable, íntima complicidad con el lector. En otros casos, hurgamos las memorias espigando los detalles de una andanza, recreando un episodio o confirmando las sospechas. Hay, además, algunos pervertidos que se ufanan de saber mejor las vidas ajenas que las propias y que escrutan los renglones memoriosos verificando, corrigiendo, censurando… incluso inventando (con mal genio, por supuesto). Y hay otros que leen las memorias de los miembros de su gremio con un ánimo ritual, iniciático, como queriendo comenzar la historia, como aspirando a superar el estado tribal del profesional lustroso. Leer por puro gusto unas memorias es, finalmente, un paseo amistoso en la única red social real: los libros. Porque hay una gran diferencia entre la ociosidad del lector hambriento de memorias y la avidez famélica del chismoso que estalquea insomne. El lector podría probarlo leyendo las apetitosas Memorias de cocina y bodega.

         Publicadas hace 65 años, Memorias de cocina y bodega es un festín de la pluma alfonsecuente. Vano es señalar que el libro está escrito con una prosa insuperable. De más está recordar al lector la plena cultura de Alfonso Reyes. Tampoco se haría justicia alguna al libro si se invoca aquí el lamento frecuente por el olvido de los textos –que es filisteísmo cultural puro. Un libro impecablemente escrito por un hombre que sabía de todo, pero que tiene fama de hombre muy serio y totalmente ajeno a los excesos y divertimentos, será necesariamente un libro empolvado. El lector de nuestros días no tiene tiempo para una ociosidad civilizada. Si el lector de nuestros días no tiene tiempo para los placeres de la mesa y los deleites de la sobremesa, menos tendrá el ocio espiritual para regocijarse con los recuerdos gastronómicos de don Alfonso. Leer Memorias de cocina y bodega por el puro gusto de amigar los placeres es casi estrafalario en nuestros días. Pruébelo el lector, vale la pena.

         Memorias de cocina y bodega es la memoria civil de Alfonso Reyes. Y no lo digo como exageración. En el libro, Reyes consigna el panorama gastronómico que sus andanzas por el mundo le permitieron conformar. Las cocinas francesa, española, brasileña, argentina y mexicana constituyen un vitral por el que la inteligencia de don Alfonso ilumina lo humano. ¿Qué pasa si vemos la amistad francesa, inmortalizada por Flaubert en La educación sentimental, a la luz de una asociación gastronómica que tenía por finalidad construir el mapa del maridaje de París? ¿Qué nos dice el olvido europeo del vino riojano comparado con las campiñas españolas descritas por la mirada minuciosa de Azorín? ¿Habrá emoción mayor para un provinciano de Monterrey que la anagnórisis del cabrito brasileño? ¿Dónde quedó la sabiduría mexicana que podía distinguir una taza de café rojo de una taza (con bigotera) para chocolate y despreciar el café a la americana –que es negro-? Nótese: la amistad como aventura del maridaje, el nacionalismo como mirada interior, la provincia como símbolo del cosmos, los buenos modales como formación del gusto… ¡Ociosidad civilizada!

         ¿No es exagerado considerar a la gastronomía como el orgullo de la civilización? ¿No es lo políticamente correcto asignar ese lugar a los derechos humanos? ¿O quizás a la libertad? Precisamente por eso es importante la enseñanza alfonsina: la dignidad no se concede con una declaración, la libertad no es un mero estado social. Lo mejor del hombre es aquello que lo hace más real, más plenamente humano: ahí, a la mesa, dando lugar a la amistad, a la palabra, a la creatividad y a la vida. ¿O no siente el lector que come rápido, solo y sin sobremesa, que le falta la vida, la creatividad, la amistad y la palabra? Memorias de cocina y bodega es un lujo para la vida en tiempos de supervivencia.

 

Námaste Heptákis

 

La letra yerta. Habrás visto, lector, que utilicé el término amigar. Si bien también existe amistar, algún laboratorio lo ha tomado para nombrar un fungicida. De alguna manera eso es una paradoja amistosa.

Escenas del terruño. 1. Qué raro. Si usted leyó hoy Milenio diario, se enteró que ayer el presidente Peña tuvo un bonito evento en Querétaro. Si usted leyó hoy Excélsior, se enteró que en el bonito evento hubo una protesta por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, pero que los presentes no pudieron escuchar lo que el presidente dijo a la que protestó. Si usted leyó hoy El Universal, se enteró que el presidente le dijo a quien protestó que el caso de Ayotzinapa es un asunto cerrado. Si usted leyó hoy La Jornada, se enteró de la trayectoria política de los papás de la que protestó y que el presidente le dijo a la que protestó que considera que los 43 están muertos. Y si usted leyó hoy Reforma, se enteró que la que protestó dijo que el presidente dijo que «él cree que la investigación está cerrada y desgraciadamente los 43 estudiantes de Ayotzinapa fallecieron». ¿Realmente dijo eso el presidente? Al menos hay video en que la que protestó afirma lo que le dijo el presidente. ¿De veras dijo eso? Si lo dijo, quizás sea la declaración más irresponsable de su administración. 2. Hace dos semanas señalé que la reunión de seguimiento del caso de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa se postergaría hasta febrero «a fin de presentarles a los familiares a un funcionario nuevo en el seguimiento del caso». Ahora sabemos que el funcionario será Rafael Adrián Avante Juárez. El nuevo funcionario sustituye a Roberto Campa, con quien comenzó a trabajar en el sector público; de Profeco, Avante Juárez pasó a la Secretaría del Trabajo, a donde llegó de la mano de Javier Lozano Alarcón -quien esta semana renunció al PAN y se unió a la campaña de Meade-. ¿Queda claro qué función tendrá la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Segob? 3. Señores, aquí hay nota: el Fondo de Cultura Económica acaba de lanzar una nueva serie de libros dedicada a exponer las reformas estructurales del gobierno en turno. ¿Quiénes son los autores? El equipo de José Antonio Meade. El salinista que dirige el FCE también juega en la elección. 4. Alejandro Hope proyecta el escenario optimista en las tasas de homicidios para el siguiente sexenio: si bien nos va, estaremos igualando los números de la masacre en tiempos de Felipe Calderón. Si bien nos va… 5. Sé que a muchos emocionó el anuncio que dio el lunes Javier Corral. A mí me preocupa lo otro de su anuncio. Primero, si no es un acto electoral, ¿por qué lo acompañaban fraguadores del Frente como Creel o Castañeda? ¿Qué hacía ahí el tramposo y mentiroso de Nieto? ¿Cuál es el papel de la oportunista del eterno suéter negro de cuello de tortuga? En segundo lugar, ¿así tan fácil se cierra el caso del asesinato de Miroslava Breach? ¿Avalan el carpetazo todos los que ahora celebran la «valentía» de Corral? Y sobre todo: ¿cómo está eso de que el gobierno de Chihuahua le hace el favor al gobierno federal de colaborar en el combate al crimen? ¿Cómo celebrar que un gobernador diga que por buena onda va a combatir al crimen en su estado? Una cosa es que nos moleste el PRI, otra que seamos descarados. 6. La semana pasada comenté la maña de la memoria selectiva del doctor Lorenzo Meyer en un artículo de Reforma y ponía como ejemplo el caso del culiatornillado Pablo Gómez. Al día siguiente me encuentro en Revista R, de Reforma, el «testimonio» de Pablo Gómez a 50 años del 68. Curioso que las palabras de Gómez coinciden casi literalmente con las Meyer. ¿Quién está escribiendo el guion? Curioso que en el perfil del culiatornillado los de Reforma olvidaron, ¡oh veleidosa memoria!, señalar las muchas curules -«curulero», José de la Colina dixit– que Gómez ha ocupado, o que su participación en el movimiento del 68 fue como infiltrado de un partido político, que por eso él habló del logo que refirió al periódico. Insisto, ¿para qué están rearmando de ese modo la historia?

Coletilla. Gran esfuerzo y gran trabajo: un ensayo diario por cada canto de la Divina Comedia.