Se la pasa hablando de comida, día y noche no deja de enumerar ingredientes y procedimientos. Si llega a guardar silencio, es porque está pensando, representándose el sabor que tiene el guiso que acaba de pronunciar. Es más terrible de lo que suena, porque ni cuando va al baño deja de imaginar que prueba lo que está cocinando con la voz. Ahora que si quiere otro tipo de maldición, también le podemos vender unas más tradicionales.