Glotón

Estaba atrapado dentro de una galleta, sus brazos y sus piernas, entumecidas, no tenían la fuerza para romper su prisión. Lo último que recordaba era el familiar olor a cloroformo con el que capturaba a sus víctimas. Parece que esta vez alguien lo había capturado con su propia trampa. En fin, desorientado y todavía adormilado, lo único que pudo pensar como solución a su problema, fue decorar su prisión.