No me vas a creer lo que encontré ayer en un muerto. El pobre había sido victima de un asalto, la bala ya había sido removida de su intestino, así que yo solo estaba terminando la labor de limpieza antes de mandarlo empacar. Te sorprenderías la cantidad de cosas que uno encuentra dentro de los muertos, en su estómago, oídos o garganta. Lo que encontré ayer, dentro de aquél lugar que el pudor no me permite nombrar, pero que todos exponen al obrar; tenía, enrolladito, un billete de lotería. Ahora me arrepiento de no haberlo visto al momento, yo lo que quería era acabar de maquillarlo, y mandarlo a la funeraria, para poder irme a descansar. Pero si hubiera estado premiado y lo hubiera reclamado como mío, tal vez ahorita estaría descansando en Cancún.