He de confesar que me gusta leer Twitter. Tal vez me agrade la sensación de creer que me estoy enterando de todo. Si todos pueden decir cualquier cosa para que sea leída por cualquier persona, eso quiere decir que todo está ahí; al menos eso parece. Las tendencias marcan la moda de todas las conversaciones; son hechas por todos para todos. Dirigen lo importante de ser mencionado; mucho más importante, dictan lo que todos deben decir. Por ello, muchos han creído ver en dicha red social la voluntad de lo social, la herramienta para saber qué están pensando todas las personas. Es evidente que exageran, pues la voluntad tecleada no pasa de ser un gusto y opinar con rapidez, fluidez y brevedad con suerte podría considerarse una opinión. ¿Pueden escribirse ideas interesantes en caracteres limitados? Es obvio que sí, pues los aforismos, las greguerías, las sentencias y los versículos lo evidencian. El problema es si en una red social se puede leer con la calma y profundidad que requieren dichas formas literarias. La frase “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” cabe varias veces en tuit, pero tarda varios años en ser comprendida. En Twitter no se enseña a leer bien.
Parte de la limitación de Twitter es que no ayuda a sintetizar ideas complejas, sino a simplificarlas. El mejor ejemplo de ello se presentó el domingo 27 de mayo cuando un grupo de intelectuales, y sus seguidores, cercenó la idea de un ensayo para desquitar sus frustraciones políticas. El texto cercenado tenía como idea central que los candidatos presidenciales en México eran malas opciones para gobernar el país. El escrito, en lugar de invitar a no votar o anular el voto, invitaba a votar; el ensayista decía que él votaría por el candidato que ocupara el segundo escaño en las preferencias marcadas por las encuestas, pese a que ese candidato también tan malo como sus pares. Los tuiteros no entendieron la ironía; tampoco entendieron qué nos quería decir el ensayista con la ironía. ¿Por qué votar pese a que los candidatos no fueran lo suficientemente aptos para dirigir un país? Porque la democracia es más importante que cualquier preferencia o gusto político. Sólo votando democráticamente se evita la hegemonía política.
Una de las pruebas más fuertes para creer que Twitter dirige lo que debe decirse es la inversión que se realiza por parte de los políticos para poner un tema sobre la mesa. Esto se realiza cuando se contratan ciertas cuentas para hacer tendencia un ataque político; la marea de la red se encargará de que los demás tuiteros hablen de eso. Seguir la marea conducirá a simplificar la experiencia política, como los usuarios que, sin darse cuenta, el domingo mostraron su pésima capacidad para entender lo que leen. Fueron tan malos lectores como los candidatos criticados. Si seguimos leyendo a tuits, leeremos mal, con todas las consecuencias políticas que eso lleva consigo.
Yaddir
Estoy deacuerdo con lo que dices, pero sin embargo existe una corriente que opina que es la expresión de nuestro tiempo y que el problema radica en la dificultad del discurso intelectual de adaptarse a dicha simplificación.
Para mi es importantisimo leer, pero también lo es que si adquiero una idea, ser capaz de expresarla con sinceridad y para todas las personas (estudio arquitectura y tengo como regla que si mi abuela no me entiende, enrealidad no me entiendo yo)
Creo que twitter puede ser muy positivo, pero que hace falta un discurso de responsabilidad, contra la posverdad y una adaptación.
Espero no haberte aburrido, saludos de equitectura
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No sé qué opine Yaddir sobre lo que dices, LeGuersiano, pero por lo pronto creo importante notar una distinción. Una cosa es que entendamos «reducir» como decir lo que se quiere sin rodeos, y en ese caso se espera que la expresión sea más elegante, más clara y más directa; otra cosa es que «reducir» signifique difuminar las diferencias pertinentes en una discusión, obviar los detalles del contexto, preferir lo conocido a lo importante, tomar un caso específico por modelo de alguna ideología, etcétera. En la primera instancia, que Twitter obligue al escritor a reducir es provechoso y, como Yaddir apunta, promovería expresiones como ya conocemos: «los aforismos, las greguerías, las sentencias y los versículos». Me parece que sería esto a lo que apuntas con aquello de que debe entender la abuela como prueba de que lo dicho está bien dicho. Pero es la otra instancia la que objeta contra la «corriente que opina que es la expresión de nuestro tiempo». Brevemente, pues, no puede ser la expresión de nuestro tiempo y la que los intelectuales deberían abrazar si tal expresión no manifiesta la verdad.
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Chapeau con lo que lo que dices, aunque con la expresión de nuestro tiempo siempre habrá una contra-reforma que en ocasiones puede ser muy fuerte.
Si bien es verdad que ese proceso de reducción se da (perdona si los mezcle con procesos como el de la posverdad), por ello uno ha de esforzarse en pelear con estos procesos.
Espero no haberte aburrido, me gusta dialogar en estos sentidos, además tenéis un buen contenido.
Un saludo de Equitectura
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Gracias por tus comentarios, LeGuersiano. En general coincido con Cantumimbra en cuanto a que las redes parecen propiciar las frases comunes, las respuestas rápidas y fáciles, en lugar de ayudarnos a entender la complejidad del mundo. Añado, a lo que ya dije en la entrada, que quizá las redes sociales no nos ayuden a distinguir quién quiere reducir algún asunto a quién se lo esté tomando enserio, pues la cantidad de contenidos trae consigo que todos se vean iguales; quienes quieren explicar un tema se ven inmersos en otros mil comentarios sobre el mismo tema. De todos los intelectuales que sigo en Twitter, el que le gusta tomar un partido en todos los conflictos políticos y culturales, aunque estos sean de una complejidad tremenda, es al que más le gusta compartir todo lo que piensa.
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