¿Cómo le harás, mesías?
Una vez que has separado ¿Cómo vuelves a unir?, la pregunta tiene relevancia en tiempos maniqueos. Más aún, en un futuro en que la arrogancia perdonará con la falsa careta del santo, la soberbia causará más desprecio y el perdón mesiánico no parece ser flexible, en el sentido de encarar la vida. AMLO será la vara que mida y no podrá ser medida más que por sí misma en la intimidad de la mentira.
El día que el cordero y el lobo se sienten a la misma mesa no será después del próximo 1 de julio. El cordero balará con más entusiasmo, que es el ingrediente de hoy en día en cualquier arenga pública. Todos levantan la voz para hacer sentir al que escucha que ha actuado mal, que piensa erróneo, que la voz fuerte tiene la calma y la autoridad de alguna extraña revelación social. Pero ya algunos eslavófilos veían el peligro del mesianismo popular, veían en ello una buena intención inyectada de rencor. Y al fin al cabo el rencor siempre es podredumbre. El ejercicio del poder público si llega fétido a la casa de los muertos, ¿qué cambio verdadero puede hacer si no levantar el aire mortífero por las alturas?, miento, nos encapsulará en su manto protector… porque el profeta mira y no ve más que enemigos. Ve a quien tiene que salvar; todos lo necesitan, es el complejo del arrogante servilismo. Del que para ser más se hace menos y una vez en las profundidades declama su égloga: “Yo no tengo la culpa de ser bueno. Yo los salvo porque he visto el peligro y le estreché la mano hace algún tiempo, pero no más. Perdonar es incluir, queridos pastorcitos.”
El mensaje público desde la bazofia tiene la intención de dejarnos ahí: a diferencia de la discusión abierta que tiene un respaldo, es más, un receptor, que se llama juicio interno. Hablamos en público porque juntos nos avergonzamos un poco, nos vigilamos mejor. En este sentido, la palabra nos muestra lo mal que hemos hecho y eso resuena en nuestros músculos que quisieran ir a pedir perdón o levantar la mano contra el que actuó mal. Pero este tipo de ejercicios de oratoria no existen cuando no hay libertad, cuando el que juzga piensa por nosotros, y peor aún, cuando éste se hace de la vista gorda, ¿o no recordamos cómo no juzgó la compra de boletas del Bronco, y hasta pidió que lo dejarán seguir? Apoyó al más desvalido para ganar puntos con una mentira compasiva.
Este hombre no es ridículo, es sínico; y no tiene una triste figura, sino un carácter del demonio. Caprichoso hasta saciar su ego. ¿Su ego bastará para unirnos? ¿Cómo será ese ejercicio de la voluntad de poder?
Y me preocupa esto porque creo que su definición de austeridad va de la mano del maniqueísmo: no haremos nada de lo que aquellas élites hacen. ¿El fortalecimiento del espíritu cómo será? Ya se escucha el temor por la restricción a los medios de comunicación. Si de por sí empobrecemos la palabra, ¿qué será de nosotros si seguimos su dieta? ¿Consumiremos sólo lo nacional?
¡ y lo nacional será él!
Javel
Para seguir gastando: Temo que la reconcialiación y la patria amorosa jamás podrán existir, por una simple razón: él vive del desprestigio, si trasmuta a todos los mafiosos, ¿quién será el enemigo?