Recordando a Pisístrato.

Es lugar común pensar que los problemas de la polis se resuelven mediante instituciones o cambios de nombres a las costumbres ya establecidas. Los nombres nuevos a las viejas usanzas no garantizan sino la conservación de las mismas.

Se puede llamar democracia a la tiranía cuando ésta ha sido constituida mediante lo que parece elección popular, ese uso y costumbre se estila desde tiempos de Pisístrato, quien consiguió el favor de la asamblea después de formar su propio partido y mostrarse mal herido y maltratado por los opositores.

Desde Pisístrato hasta nuestros días, ya han pasado más de mil años, y las costumbres y usanzas de los tiranos no han cambiado mucho, si bien ya no usan toga y ejército de maceros todavía algunos se fingen víctimas de atentados y otros se muestran como inocentes ciudadanos maltratados por una turba de agresores que se encuentran en el poder.

Se dice que Pisístrato fue moderado en su tiránico gobierno, pero de sus hijos el recuerdo no es tan alagüeño, actualmente llegan a tiranos los que formalmente vienen a ser como sus tataranietos, y pretenden usar otros nombres para ocultar sus oscuros deseos.

Pero no sólo viven ocultos los tiranos modernos, deben salir a la luz pública y verse como buenos sujetos, para ello existen los disfraces de amorosos seres preocupados por el bienestar de su pueblo.

El moderado Pisístrato también uso un disfraz, cuenta Heródoto que en cierta ocasión el tirano en ciernes se hizo acompañar por una mujer disfrazada de Atena; el tirano moderno se viste como defensor de la justicia que hasta cierto punto identifica a la diosa griega.

Pasan los días y el desfile se prepara, la efigie de la falsa diosa se viste con nombres bonitos y lindas formas que den sabor de eternidad a lo que es repetitivo pero pasajero, como la bonanza prometida o la gloria electoral proveniente de una asamblea antaño desconocida.

 

Maigo