La oposición como estratagema

La oposición como estratagema

 

Parece que la imaginación anda escasa. El análisis y la opinión políticos ―cuando los hay― se van volviendo predecibles. La intelectualidad no se muestra impermeable a la tendencia; a veces parece que quisiera encabezarla. ¿De veras que ante el avasallamiento ideológico del nuevo régimen la mayoría no ve más que dicotomías? ¿No se reconocen a las dicotomías ya avasalladas? Ejemplo suficiente me parecen los llamados de la intelectualidad por una oposición responsable. Muerto el PRD y aparentemente acabado el PRI, se llama con severidad al PAN a constituir una oposición responsable. Falta imaginación en el análisis; ni quiere verse lo que ha pasado, ni ánimos hay para delinear lo que podría ocurrir.

         Por un lado, el llamado a un oposición responsable busca o bien la conservación del orden institucional o bien evitar la polarización aglutinando la unidad nacional. Ambos motivos cierran los ojos ante el estado de la patria. Garantizar la institucionalidad no es garantía de justicia ni protección de la democracia. Con la mayoría democráticamente conseguida por el nuevo régimen se puede institucionalizar el morenismo con facilidad. La institución por sí misma no conlleva democracia y justicia; ya debíamos haberlo aprendido tras tanto PRI. La única garantía ―ofrecida hasta ahora― de que la institución y el morenaje no andarán entre connubio y simbiosis es la palabra del líder: el estilo personal no es una razón política, la confianza en el líder no es equivalente a la confianza en la ley. Llamar a una oposición responsable en nombre de la institución no es suficiente.

         Asumir como deseable que la oposición sea responsable en función de la unidad no sólo es compartir la simulación del nuevo régimen, sino estimularla. Andrés Manuel López Obrador construyó su movimiento político a partir de la dicotomía, la confrontación y la división. Necesitó convencer a la mayoría de la diferencia entre él (y los a él cercanos, por él salvados y perdonados) y los otros. Siendo los distintos el origen del mal, asumió para sí el trípode que dispensa los bienes. Su posicionamiento sólo fue posible por la división. El éxito retórico de su ejercicio de gobierno necesitará una oposición responsable. Mucho ganará la incompetencia del nuevo régimen si tiene enfrente a alguien a quien culpar. Se disculpará la corrupción propia produciendo el espectáculo de la corrupción ajena. Se mantendrá la urgencia de unidad en tanto pueda culparse a un grupo rival de la responsabilidad del peligro. El llamado actual a una oposición responsable es, también, una asimilación mimética del lopezobradorismo.

         Por otro lado, llamar a la oposición responsable en función del equilibrio de fuerzas en el cuerpo político es ―más allá de un yerro soso credencializado― un magro favor a la democracia. El llamado a la oposición responsable oculta el problema que es la oposición al nuevo régimen, oculta la ausencia de imaginación para oponerse. Ante la posibilidad de que el nuevo régimen se institucionalice y la oposición política institucionalizada obtenga una función específica, cabe pensar en que la auténtica forma de oponerse sea cercana a una actividad democrática y democratizadora ajena a la institución e incluso no institucionalizable. Necesitamos creatividad para oponernos sin aspirar al poder, pero sí a la democracia. Necesitamos una oposición que no se agote en lo efectista. Creo que debemos comenzar a imaginar una democracia del despoder.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Caso interesante. Primero, el titular de la página 5 de La Jornada del pasado lunes: «Se actuará con respeto a los poderes Legislativo y Judicial, asegura AMLO». Segundo, Juan Ramón de la Fuente, en la página 10 de la edición del martes, indicando que la administración siguiente acatará las resoluciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. ¿Qué pasó como para que las noticias sean que los futuros gobernantes declaran que respetarán la ley? 2. Mintió Genaro Lozano en su columna de Reforma el pasado martes al señalar que Ricardo Monreal es aliado de la comunidad LGBTTTI. ¿Acaso Lozano olvidó ya que la precandidatura de Monreal fue apoyada por Juan Dabdoub? A Lozano se le cruzan las militancias y lo hacen tropezar. 3. Una lástima que ante la amargosa ola de regeneradores históricos se pierda un espacio de humor en los medios impresos. Ahora se ha terminado «Quien Resulte Responsable» de Milenio. Ojalá nadie se ahogue en la hipocresía agazapada en la apariencia de seriedad.

Coletilla. “Hay que homenajear a lo que calla”. Guadalupe Galván