Consultamos frecuentemente lo que no comprendemos a plenitud para tomar una buena decisión. Si no lo comprendiéramos en absoluto, quizá no sabríamos que debemos acudir a alguien que sabe lo ignorado por nosotros; si lo comprendiéramos no tendríamos necesidad alguna de recurrir al saber ajeno. Pero en política las consultas tienen un cariz más complejo de entender. Aparentemente las consultas ciudadanas son democráticas, pues toman en cuenta a buena parte de los ciudadanos, o de menos a los que se interesan por la toma de decisiones importantes. Si un político quiere aparentar un actuar democrático, usará las consultas para los temas que más le convienen. Por eso, entre otros motivos, el presidente electo de México consulta unas cosas y otras no.
¿Por qué consultar sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y no sobre otros temas tan relevantes como la creación del Tren Maya, el recorte presupuestal a los funcionarios, la designación de la ubicación de las secretarias e inclusive, si nos queremos poner exigentes, la designación misma de las personas que designarán esas secretarias? El motivo es obvio: se quiere aparentar que se toma en cuenta la voluntad ciudadana en un proyecto que terminará principalmente en las manos de un empresario, es decir, se quiere dejar la responsabilidad de pactar con la mafia del poder a los ciudadanos, así, ya no hubo pacto, sino consenso. Si no hubiera consulta, se le podría reprochar al cuasi presidente su cercanía con una especie que decía denostar. Visto así, la tan mentada consulta es una farsa.
Las consultas ciudadanas suponen que las personas consultadas tienen la suficiente información sobre lo que les conviene, al menos en el asunto consultado. ¿Quién podrá criticar abiertamente que la mayoría de las personas no sabemos por qué conviene construir un nuevo aeropuerto (eso sin considerar dónde conviene construirlo, tanto por el crecimiento económico como por la efectividad del tráfico aéreo y por la comodidad de los usuarios para trasladarse) sin ser denostado, tachado de antidemocrático, linchado? La consulta referida pretende dejar en claro que ante un asunto donde se requiere tanta inversión, y que dejará tanto dinero, el pueblo puede tener la certeza de que no habrá asomo alguno de corrupción, pues ellos decidirán aspectos claves de su construcción. El principal propulsor de la consulta no se verá manchado por ningún atisbo de sospecha, por el contrario, sus críticos parecerán ser enemigos del pueblo y por lo tanto, por la magia un falaz y perverso silogismo, serán amigos de los poderosos. La mayoría supone que imponer la realización de una consulta es democrático, sin que se cuestione si sólo serán consultados amigos del partido ganador o si los organizadores de la misma serán los referidos amigos. La construcción de un aeropuerto internacional sirve como el pretexto ideal para mostrar un antes y un después en la vida política; entre el oscuro momento en el que las decisiones importantes las tomaban los poderosos junto a sus amigos y el brillante porvenir en el que las tomará el pueblo. La consulta es la máscara que quiere exhibir a la cuarta transformación como el inicio de una era más democrática.
Yaddir