El artificio de la dignidad

El artificio de la dignidad

 

Siete cuentos morales es una obra maestra. En la primera de sus siete partes se presenta el relato «El Perro». La historia es sencilla: en el camino entre el trabajo y la casa una enfermera en bicicleta se aterra ante los violentos ladridos de un perro tras la reja de jardín de una casa francesa; incómoda por el terror y solapada por la recurrencia, la enfermera toca a la puerta de la casa a fin de acordar con los dueños del perro una solución; la historia termina casi como si nada hubiese pasado. El relato produce como apariencia primaria la sana disposición moral a arreglar las cosas. La enfermera, civilizada y bien intencionada, acude a los dueños del perro para que se le ofrezca una solución; los dueños, un par de viejos cuya marca civilizatoria parece lejana o quizás olvidada, no ven sentido a la petición de la enfermera. Fin del relato: ellos siguen en su exilio doméstico, ella en su terror público, el perro en el límite de la civilidad y la violencia. Pero esto es sólo una primera impresión.

         El relato, brevísimo, tiene dos partes. En la primera parte la narración se acerca bastante a la interioridad de la enfermera: se nos muestran sus temores, se permite a los lectores cavilar juntos sobre los razonamientos de la enfermera. En la segunda parte, la narración casi se vuelve externa: ya no se sabe lo que piensa la enfermera, no alcanzan a vislumbrarse los pensamientos de los dueños del perro. ¿Qué distingue ambas partes? La presencia de San Agustín. La primera parte cumple cabalmente con las explicaciones, pues la enfermera informa de la situación y plantea las razones posibles por las que puede entenderse la reacción del perro. Las explicaciones de la enfermera son eficientes para mostrar el problema moral del miedo, el ultraje cotidiano ante la violencia, la afrenta a la dignidad de la ciclista en la irrupción de la bestialidad. La primera parte, vale decir, es especulativa. Sin embargo, cuando la enfermera recuerda a San Agustín la especulación enmascara un nuevo tema y la narración cambia de estilo. La idea de San Agustín recordada por la enfermera nos aleja de sus razonamientos, nos distancia de su interioridad y hace del relato un asunto externo. La segunda parte, vale decir ahora, es alegórica.

         ¿Qué idea de San Agustín recuerda la enfermera, divide al relato y enmascara la moral? La enfermera recuerda que para Agustín la prueba más clara de nuestra creaturalidad caída es la imposibilidad de controlar los movimientos del cuerpo, en particular la imposibilidad de controlar la erección. ¿Cómo se va de la explicación de la bestialidad del perro furioso a la fuerza de la erección del hombre excitado? ¿Por qué la excitación distancia al lector del relato y vuelve todo un asunto exterior? ¿Por qué la excitación hace alegórico lo especulativo?

         La maestría de John Maxwell Coetzee se muestra con claridad en la alegoría de «El Perro». Como artificio moral, las explicaciones sobre la incomodidad de la violencia encuentran su solución en el concepto de dignidad. La dignidad humana nos convoca a resolver nuestros problemas humanamente. La dignidad, en ese sentido, es una marca exterior para el reconocimiento del interior velado. La dignidad, puesta de ese modo, es un artificio para la convivencia cotidiana. Sin embargo, en tanto sea exterior, la dignidad nunca será solución plena de los problemas humanos. El erotismo distorsiona la dignidad.

         Coetzee plantea en la casa del perro una alegoría del alma humana. El perro, expuesto por el agustinismo de la enfermera como excitación, guarda los límites de lo propio al tiempo que se proyecta sobre los demás. El perro, como el alma excitada, ataca bravío lo que se le presenta. Mas lo ataca todo. Pues en casa no hay más que una pareja de viejos para los que el perro es un guardián. No hay thymos posible en la anciana de pelo gris. Ningún razonamiento sobre la excitabilidad puede hacer ahora el anciano del saco rojo. La dignidad, muestra la alegoría coetzeana, radica en la excitabilidad plena por algo superior; cuando la excitabilidad sólo cimbra la reja del jardín, la dignidad es necesariamente una marca externa. Cuando la única sensualidad perceptible es un raído saco rojo, toda excitación parece indigna. Las almas viejas sólo aspiran a la dignidad como marca exterior. Las almas viejas confunden la dignidad con la tranquilidad, como los modernos confunden la legalidad con la dignidad.

         Al inicio del relato la enfermera califica al perro como un “perro malo”; al interior de la casa la anciana califica al perro como un “perro guardián”. En el exterior funciona plenamente el artificio moral, por lo que el perro puede ser juzgado moralmente, por lo que el juicio pude ser publicado como un letrero en la reja. En el interior, en cambio, el artificio moral es imposible, pues al envejecido en eros, a quien es incapaz de amar, la excitabilidad y la violencia le son guarida, distancia necesaria, reclusión salvífica. Como artificio moral, la primera parte del relato otorga al lector una clara compañía; la segunda, en cambio, lo deja a la distancia, lo hace pensar, lo lleva a considerar su propia comprensión de la dignidad. Cuando en la segunda parte todo se vuelve exterior y el lector se niega a pensar la relación entre dignidad y excitabilidad, el relato mismo se vuelve un perro que cimbra la reja que es el libro, que hace al lector preguntarse si acaso piensa la moral con tanta exterioridad. Siete cuentos morales, una obra maestra, recibe al lector con lo que algunos podrían creer una incomodidad violenta.

Námaste Heptákis

 

Escenas del terruño. 1. Se cumplieron 48 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. El presidente electo se reunió con los padres de los desaparecidos y tras la reunión declaró que, con o sin sentencia, decretará la creación de una comisión de la verdad que investigará el caso. Al frente de la comisión estará Alejandro Encinas, cuya posición sobre el caso comenté el 21 de julio pasado. Cosa curiosa, que al ser por decreto y no por sentencia, la comisión no tendrá un carácter vinculante, por lo que el resultado de la investigación podría servir para doblegar al poder Judicial. No deja de llamar la atención que el futuro presidente diga, así sin pena, que lo hará con independencia de la resolución legal. 2. ¿La presencia de Carmen Aristegui en Radio Centro es una cachetada para José Gutiérrez Vivó? Tras el veto a Gutiérrez Vivó, Aristegui se benefició con su horario, su espacio y parte de su audiencia en MVS. Ahora la popular periodista llega a la empresa que ha mantenido alejado a don José. No me gusta pensar mal. 3. Ángel Gilberto Adame hace una segunda advertencia sobre la sucesión testamentaria del matrimonio Paz-Tramini.

Coletilla. “El movimiento estudiantil del 68, que cumplirá ya cincuenta años a la vuelta de la esquina, y los hechos de Tlatelolco, se han llenado de expertos que no estuvieron allí ni vieron nada: el mito gana terreno”. Luis González de Alba

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