Hado

No es el sonido de la marea, seguro tampoco es el romper de las olas en los arrecifes; mucho menos es murmurar de los peces que nunca pestañean. Es el canto de las sirenas que encierra todo esto además de los lamentos de los marinos naufragados. Sus cuerdas bucales mezclan los sonidos con dulces promesas de aventuras libradas, cantos de tesoros escondidos debajo de la arena, y de un futuro mejor. Es todo esto y algo más lo que suena en los caracoles y en el aire; es todo esto lo que hace que el hombre, por naturaleza, tienda a perseguir a la mar.