Remiendo

— ¿Y dices que esas son las monedas de Caronte?

— Pues es la única forma que tengo de explicar por qué cuando las hago resonar, devuelven la vida a cualquier animalito difunto.

— ¿Y esto funcionará con mi mamá?

— Sí, siempre funciona salvo que nunca hubiera tenido alma como las plantitas. Pero lo dudo, doña Celeste siempre fue muy buena y caritativa. Es una pena que hubiera muerto degollada por esa lámina.

— Oye, pero seguirá siendo humano, ¿verdad?

— Pues sí, mira al pobre de Ramiro. Perdió el ojo en la guerra y ahora trae en la cuenca
esa canica que brilla en las noches y no por eso dejó de ser humano. Ten por seguro que en unos minutos tu santa madre estará como nueva.