Lectura pública

Sin contar a los familiares y amigos de Don Quijote, no existe nadie tan loco como para afirmar que la lectura es perjudicial. Hasta los libros de autoayuda sirven para algo. Como queman los libros en el famoso escrutinio del referido personaje, hay quienes gozan quemando las iniciativas culturales. Iniciativas que destacan entre todas por ser las que más cultivan: las iniciativas para contagiar el gusto por la lectura. La política se encarga de cercenar el mencionado contagio, pues, simplemente, no les conviene la persona que las promueve. Pienso precisamente en un caso específico: el del promotor cultural Daniel Goldin, quien hasta hace un mes era el director de la Biblioteca Vasconcelos. Él fue humillado por el amigo de la Primera Dama de México, Beatriz Gutiérrez Müller, para que desistiera de su puesto. La humillación no sólo fue a su persona, a lo que estorbaba para ciertos intereses, a las posibles enemistades o envidias que despertaba de otros amigos de personas influyentes, junto con él, se humillo a la cultura.

¿Para qué sirve una biblioteca? Supongo que la pregunta se puede precisar preguntando: ¿cuál es la finalidad del conocimiento? La respuesta de Daniel Goldin podría ser: para generar comunidad. Las actividades culturales propuestas por el propulsor del contagio de la lectura permitían a todo público asistir a la referida biblioteca, no estaban vedadas para ningún miembro de la comunidad. Aunque hubiera alguien que no supiera leer, aunque fueran personas con alguna discapacidad, aunque caminaran con dificultad o fueran niños vivaces, todos podían encontrar un taller que los interesara y fuera bueno para ellos. Quizá quien llevaba a sus hijos a alguna lectura en voz alta podía quedarse a discutir sobre los problemas que nos hacen humanos y podemos leer en las novelas; la persona que no tenía dónde dormir, mínimo podía lavarse las manos y la cara sin temor a ser echado del recinto (en varias ocasiones vi a personas sin hogar tomar un libro y sonreír ante lo que leían); cualquier persona podía escuchar música clásica o ver una película con sólo llegar temprano y tomar un asiento. La comunidad se promovía a partir de los intereses en común, de discutir en torno a temas de interés general y particular; se promovía realizando actividades para personas de todo tipo de capacidades. Como esqueleto del recinto y centro de las actividades estaban los libros. Los libros y el ánimo por leer con otros como forma y fondo.

Las actividades que se realizaban en esa biblioteca pública tenían un sentido más político que el pretextado para cesar a su ex director. Romper la comunidad para tener contentos a los amigos de los poderosos o para tener control hasta en todos los lugares públicos es una conducta tiránica. Tal vez nada sea tan terrible para las comunidades como quemarles sus bibliotecas públicas.

Yaddir

1 comentario

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s