Conjurados
Por la idea, dos pueden pensar en lo mismo cuando hablan. También es por la idea que la retórica, la hermenéutica y la “ciencia” de la comunicación encuentran su límite. El diálogo, cuando es de ideas, está más allá que un acto de persuasión, que una interpretación o que la transmisión de un mensaje. Cuando dos dialogan sobre ideas lo importante es que las palabras no oscurezcan las ideas, que sean tan claras como las ideas lo permitan. Sin embargo, hay un rastro que conduce a una cierta comunidad, una cierta conjura, que va más allá del diálogo sobre las ideas: una cierta integridad erótica. Nos ayuda a pensarlo un poema de Emilio Prados.
Levántame despacio
una punta del sueño…
Míralo por debajo.
Sentirás
mi memoria latiendo,
igual que un pulso tuyo
conservado.
Cuéntalo bien…
Ajústalo a tu paso…
Deja caer de nuevo
la punta de mi alma.
En su apariencia, el poema gravita en torno al encabalgamiento de los versos centrales. En ese centro, notamos la única referencia al tú del poema que no está acentuada. En este poema de encuentro y comunidad, el tú aparece en sus acentos: cinco imperativos y un futuro. El futuro es la condición de la comunidad que apunta al centro del poema. El poema se construye desde su encabalgamiento para mostrar la reunión de los involucrados, para hacer patente la comunidad.
El inicio del poema podría presentarse simplemente como un símil de las sábanas y el sueño. Así como se invita a alguien al propio lecho, el poeta invita a alguien al propio sueño. Aunque no llegamos del mismo modo al sueño que a la cama. Algo ha de pasar, ajeno a nosotros, para que en la cama se produzca el sueño. El sueño aparece cuando nos entregamos a él en la cama. La invitación del poema es la de una cierta entrega, en la cama y en el sueño, a un cierto misterio que da vida al poema.
Al sueño se le mira por debajo. Quizá nadie ignora que los sueños, más que la naturaleza, gustan de ocultar. Quizá cualquiera podría aceptar que entre los pliegues de las sábanas del sueño es posible encontrar sorpresas y terrores, alegrías y esperanzas, lo sabido y lo por saber. Sin embargo, en la noche, cuando el tú se aproxima a la cama y levanta la sábana, el sueño se mira por debajo. No es un tú indiferente, no es un tú que no me conoce, no es un tú que no me ha soñado. Mirando al sueño por debajo aparece el yo del poema. Ni tú ni yo somos nadie o cualquiera. Mirando por debajo nuestros sueños nos encontramos.
Sólo en el encuentro tú puede sentir. Sentir la memoria latiendo es la sensibilidad de un pasado común: el sueño torna en memoria cuando nos pensamos juntos. Sólo la memoria hace posible el reconocimiento. Ahí el centro del poema: yo sueña con el pulso de tú, la memoria reúne a tú y yo en un mismo pulso. Nos reconocemos en el mutuo palpitar del corazón, en la emocionada compañía, en la mano sudorosa, en la atracción de la mirada, en la vida que pulsa al unísono lo que juntos conservamos. Sólo en el encuentro yo puede sentir.
Los dos imperativos siguientes indican el cuidado del reconocimiento. Ahora yo pulsa igual que tú. Tú se conoce en el pulso de yo. Yo y Tú se reconocen en el espejo de las caricias. La caricia como cartografía de la autognosis. Y en el último imperativo las caricias, la memoria, el sueño, la cama, caen en la comunidad que funda el poema: Ícaro se precipita; Eros se concentra. Por ello, “deja caer de nuevo” no es un imperativo como los demás. Ahora yo no ordena a tú, sino que es el misterio, aquello que permite la comunidad que funda el poema, lo que deja caer. Al final de la sincronía de nuestras pulsaciones sostenemos por la punta nuestra alma. ¿Y no es acaso sólo nuestra alma la que sueña?
Námaste Heptákis
Escenas del terruño. 1. Ya lo hemos dicho: la indignación es selectiva. Fernando García Ramírez, sujeto a una campaña oficial de linchamiento, enumera varias indignaciones selectivas de nuestra tetratransformación histórica. 2. Que 2021 será el año de la reconciliación, dijo el presidente. También será el de las elecciones intermedias, elecciones en cuya boleta quiere aparecer el presidente. Ofrecer reconciliación para afianzar el poder. ¡Qué buenos sentimientos! 3. Régimen de la simulación, eso es. En los próximos días se publicarán los datos oficiales sobre homicidios y la versión de la propaganda oficial será que han disminuido. Y claro que podrán probarlo, porque el número que presentarán será el de las carpetas de investigación, no el de individuos asesinados. Así, la ejecución de cuatro personas en un bar de Guanajuato la semana pasada se contabilizó como un homicidio, no cuatro asesinatos. Régimen de la simulación. 4. ¿De veras los funcionarios de la Secretaría de Salud demandarán legalmente a todos los residentes del Instituto Nacional de Psiquiatría para romper un paro en demanda de la protección de sus derechos laborales? Y eso que la 4T decía estar con la clase trabajadora. 5. Desde diciembre se dejó de actualizar. El pasado fin de semana simplemente desapareció el servicio. El régimen de la simulación, que supuestamente tiene el apoyo de la intelectualidad y hasta un presidente historiador, no ha dado explicación alguna. Parece que se ha cancelado la biblioteca Digitalee, uno de los mejores proyectos culturales de la administración de Peña Nieto, quien no podía presumir de sus lecturas.
Coletilla. «México y España comparten un corazón sangrante, un idioma que se multiplica en todas las lenguas indígenas de siglos, un mestizaje de sabores y palabras, párrafos y pensadores; España y México se miran sin necesidad de traducción ni subtítulos… y así pasen otros cinco siglos, nos amanecemos a diario con verdaderas ganas de conocernos», dice el nuevo director del Instituto de México en Madrid, Jorge F. Hernández. Una buena decisión y una buena noticia.
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