Funes 2.0
Ahora que mi computador no sirve, me he dado a la tarea de pensarme frente a ella. Primero, observo el monitor que antes controlaba o regulaba con mis manos, ahora está apagado, silencioso, finito. ¡Qué bello es lo finito! Por fin el rumor del mundo se ha callado, lector, o mejor dicho, la vorágine del acontecer donde lo mismo confluyen noticias de Moscú, Siria, El Cairo, la cuadra de al lado; el mundo en paquete, la información como para volvernos locos se ha silenciado. Recuerdo hace unos segundos, el aniversario de tal escrito, hora el divorcio de J y P actores, más abajo el estreno de… y la muerte de… Extensión infinita, la forma de la internet.
El acontecer de todos los tiempos y espacios están ahí. Mirar el infinito y guardarlo en el bolsillo es de enfermos. No acuso para librarme del diagnóstico, sino para mirar de cerca algo que ha tiempo no me hago. Como Funes el memorioso me siento frente al monitor: amo de un todo inconexo. El mundo, por otra parte, necesita orden, de otro modo no lo entendemos. El poeta, por ejemplo, cuando crea (ordena) lo hace consciente de que el otro a quien habla o muestra su obra, ve las acciones, pasiones y situaciones del mundo que ha dibujado su pluma. Pero él no nos muestra el todo (eso sería el reflejo del mundo sin dios, sin creación ni verbo o voluntad creadoras), sino sólo una parte, la que él vio. Así se lee y se comunica mejor.
Sería imposible hablar con todo el mundo sobre todo el mundo. Nuestros temas siempre se limitan a unos cuantos que dan cuenta de nuestros gustos y preferencias, y que bien explorados hacen la conversación más que deseable. Es verdad que algunos temas se irán añadiendo, dejando otros en el cajón de los recuerdos. Avanzamos con paso de tortuga. La Internet, por otro lado, no. Ella avanza a la velocidad de mil voces por nanosegundos, esquizofrenia en un clic.
Todo esto da cuenta de que el hombre no está hecho para el infinito por su naturaleza finita, pero no se confunda el espacio virtual con lo trascendente, pues la conciencia no es un invento de Internet y sin embargo es lo único metafísico con que contamos para conocernos. El ciber espacio nos lanza hacia un espacio virtual que muy poco tiene que ofrecernos. No niego la utilidad de éste ni quiero la época de las cavernas, pero acaso el cavernícola era más sabio de su constitución que hoy nosotros, pues él contaba con el verdadero ocio, ése que no lo alejaba de su ser comunitario.
Si a Pascal le aterraba el silencio de los espacios vacíos, a mí el silencio del infinito me ayuda a ver el desorden en que nuestro pensamiento se abandona y se disuelve al intentar mirar a todas partes dentro del fluido de un río virtual. Contemplamos sin actuar. Asimov nos advirtió de ser aquello que era multivac: Conocimiento impotente. El otro estado del hombre es la voluntad inconsciente, ambas son partes de la negación de la vida.
Javel
Hablando de: Ineptitud. ¿Para qué llevar el remate del libro hasta la nueva residencia de cultura, los Pinos? ¿No tienen las suficientes visitas? No, esto no es publicidad, no puedo pensar mal de AMLO. Seguramente un estudio de los años anteriores del evento y de sus asistentes le han revelado a los organizadores que de por esos lados del mundo es de donde afluye la mayor parte de los compradores-lectores, además de que no hay otros espacios tan grandes para ese evento.
Una disculpa a Tacitus por ocupar un espacio de su día.