Principio del personaje
Entre la somnolencia, flota un cuerpo cuya pesadez se advierte en el silencio. Las agitaciones del ruido no despiertan, sino que sumergen en el letargo de la tribulación. ¿Qué será el yo que se vuelve recurrente, que se supone tan fácilmente? ¿O no es suposición? La lengua lo requiere, como el primero en orden de referencia. Pero lo que terminamos llamando el yo queda lejos del orden de la palabra y de su comunión con las otras personas perceptibles: el yo es un drama funcional en la vida que se nos pide; un naufragio que se disfraza de claridad, una potencia productiva de posibilidades. ¿No es también una exageración? El dato que parece más inmediato, indudable en su firme certeza, podría ser de poca seguridad si lo que es posible saber no siempre se presenta bajo el criterio que esa claridad demanda. El dato más seguro es también el menos esclarecido, por parecer fundamento de todo esclarecimiento posible. ¿No será que el yo es a veces también esa sombra cadavérica que uno llama vida?
Tacitus