Y las prisas se llevaron más que el tiempo, se llevaron el cuidado, la reflexión y el pensamiento, se llevaron a la palabra y quien la daba lo enterraron en el silencio.
Y con tanta palabrería que ya se llevó el viento se fue ocultando la verdad entre el polvo, la sangre y el desconsuelo.
Las prisas por hablar y lucir entre los medios contaminaron a la palabra que era libre entre los pueblos, y la palabra trastocada contaminó y pudrió al aire y al pensamiento.
Dicen que no por mucho madrugar el sol se asoma antes en el cielo, pero las prisas por hablar nublan todo ocultando lo que es bueno.