Paralelepípedo

Joelo soñó hace un par de días que el Diablo se llevaba su alma. Despertó con mucho miedo y decidido a encomendarse a la Virgencita Santa. Hizo lo que su corazón le dictó: se fue caminando a la Villita y una vez allí compró un milagrito de latón del Sagrado Corazón de Jesús, mismo que con dos rosarios colgó en el retablo con una leyenda que decía algo así: “salva sea mi alma, gracias Señor Jesús”.

El día de ayer, filípides, el más feliz de los mininos, vomitó una bola de pelos. Esto es una reacción natural de los gatitos, lo curioso del asunto fue que al recogerla, Joselo, encontró dentro de la maraña un milagrito de latón del Sagrado Corazón de Jesús idéntico al que había colgado el día anterior con tanta fe. No tuvo tiempo de pensar en las implicaciones más rebuscadas, como si es verdad que los animales, si esta era una respuesta divina a su ruego, o si simplemente filípides era sencillamente mágico y divino o tal vez no significaba nada. Lo que hizo, de inmediato, fue repetir la misma procesión, rezó lo mismo que el día anterior y cuando iba a colgar el milagrito, se percató que el suyo seguía allí, colgado con todo y su leyenda. Así que lo volvió a colgar con una nueva leyenda: “salva sea el alma de filípides, que sea eterna su felicidad, gracias Señor Jesús”. Y regresó a su hogar quitado de la pena.

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