Hoy las palabras se negaron a salir, se sienten tristes y prefieren no cruzar el valladar de mis dientes, susurran su temor a ser llamadas y regresar al sitio del que salieron, y es que cuando la palabra no vale nada es fácil hacerla retornar y pretender ilusamente que ésta regresa a su origen como si nada hubiera pasado cuando salió.
Las palabras se negaron a salir, sienten que de hacerlo caerán como Faetón. Él no retornó igual a la tierra una vez que fue obligado a dejar su mandato sobre el carro solar.
Nadie olvida que para cuando Faetón regresó al suelo ya había recorrido medio camino en su mandato, y aunque Zeus matándolo detuvo los daños, medio orbe estaba ya por el fuego destrozado.
Las palabras son las que más recuerdan en estos momentos que se debe tener cuidado para salir y ante el peligro de ser pronunciadas sin cuidado y de convertirse en vanas promesas, han preferido quedarse en el silencio.
Maigo