La tesis. Escuchar esas dos palabras incomoda a cualquier tesista. Apenas son mencionadas, se puede contemplar su escalofrío, como si un gusano frío estuviera recorriendo su columna vertebral. Su rostro inevitablemente pasa de la indiferencia al disgusto; o de la alegría al susto; los más valientes se mantienen rígidos, con el rostro frío, listos para enfrentar al enemigo. Hace poco un amigo me mandó una carta con varios motivos por los cuales se debe acabar la tesis (al menos eso parecía). No sé porque me los mandó, si hace muchos años que yo no tengo ese fantasma persiguiéndome en mis pesadillas; supongo que lo hizo para darse valor, ponerse a prueba. Además, si podía reflexionar en por qué hay que acabar la tesis, también podía reflexionar en el tema de su tesis y en lo que le faltaba para terminarla. Enlisto los que me parecieron sus mejores motivos, así como añado otros, para que tú, asustado u osado lector, te animes a terminar el tortuoso trabajo o para que se los pases a un amigo (en caso de que pudieran servirle).
1.- Para terminarla. Esto parece una verdad de Perogrullo: hay que acabar la tesis para terminarla. Creo que lo que quiso decir mi amigo fue que no es conveniente tener el compromiso de la tesis y no acabarla. No es bueno vivir con pendientes encima.
2.- Para dejar de ser universitario. ¿Qué tiene de malo ser universitario? Que no puedes serlo durante toda la vida. Creer que siempre se será universitario es como creer que siempre se será joven.
3.- Para aprender. El proceso de elaboración de una tesis va añadiendo conocimientos a nosotros, maneras diferentes de ver el mundo, pues lo que se lee, descubre y escribe se reflexiona varias veces. (Según mi amigo, este es el segundo motivo por el cual muchos no terminan la tesis).
4.- Para leer más. Se deja de leer por temor a encontrarse con algo relacionado a la tesis; se deja de leer porque el tesista piensa que está encontrando motivos para no terminar la tesis. Resulta estresante llenarse de libros sin terminar; estresa no hallar principio ni fin entre tantos temas inconclusos.
5.- Para apreciar lo valioso. Sea que el asunto de la tesis llene el alma o el bolsillo, el tesista aprende lo complicado que es terminar un estudio o una investigación y verterlo en varias docenas de páginas. Aprende a mirar con respeto los libros, a no creer que un texto al que se le dedicó años enteros de sangre, sudor y lágrimas, puede ser tratado como frituras. Las opiniones, si son valiosas, cuestan trabajo.
Yaddir
Yaddir, pero partiendo de estas razones es muy fácil encontrar las que apoyan no terminar la tesis. Muy fácil:
1) Si uno ya se comprometió a algo sin sentido, es signo de buen criterio arrepentirse a tiempo.
2) Muchos otros modos hay de dejar de ser universitario. El más fácil es saliéndose de la universidad cuanto antes.
3) Si de añadir conocimientos se trata, todo sirve: desde tener experiencias bonitas como yendo a pasear al centro de la ciudad hasta leer buenos libros de cocina.
4) ¡Leer buenos libros de cocina también ayuda aquí! Es menos penoso, abre el apetito y, si uno tiene la disposición de practicar, hasta podría aventurarse a prepararse algo de lo que allí viene descrito.
5) Si uno no sabe que su tesis es valiosa antes de hacerla, difícilmente se motivará a continuarla; pero si entonces necesita uno aprender que la tesis es valiosa antes de hacerla para sentirse motivado, ¿no valdría más pesar la opinión en otro lado, que en la tesis? Y entonces, si ya en la charla fuera del horroroso trabajo de tesista aprendemos lo valioso de nuestra opinión, ¿ya para qué queremos la tesis a esas alturas? (Además, podemos combinar nuestra valiosa opinión con deliciosas frituras – Ver razones 3 y 4).
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Hay más motivos para no hacerla que para hacerla.
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¡Claro que los hay! Pero ése no era el punto. Sino que de estos motivos específicos puedan salir motivos contrarios.
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Pensé que lo que me querías decir era que, dado que los motivos para hacer la tesis siempre dependían del ánimo del tesista, el cual es mayormente volatil, no existía ninguna razón por la que alguien se viera inclinado a hacer la tesis. Entonces eso me llevaba a darme cuenta que tal vez me faltó poner énfasis en lo que siente el que quiere hacer una tesis o el que se ve obligado a ello; ya en esa sola división hay más consideraciones pendientes. Esto tiene todavía mucha tela para cortar.
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Más bien me preguntaba por la situación de una tesis en este mundo académico nuestro, en el que se necesita convencimiento; en el que alguien pediría una lista de motivos. Me preguntaba si no será como la aporía de la decencia: si necesitas que te den las razones que te convenzan de que es mejor ser decente que indecente, es porque te falta precisamente eso en lo que la decencia consiste y con lo que se vería por qué dichas razones sobran.
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Tampoco podemos dejarlo todo en razones, pues muchos dejan de hacer un escrito académico porque no se pueden comprometer, no quieren tener responsabilidades, no les gusta leer ni aprender y ni siquiera son capaces de distinguir entre lo que vale la pena de lo que no vale.
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