De la quimera en soledad

De la quimera en soledad

El príncipe es un hombre solitario. No es eso apología de su virtud (que quién sabe si la requiera), sino rasgo distintivo de su conocimiento y vida. ¿Puede la soledad ser amante, como soñamos (pensamos) a veces cuando decimos bastarnos a nosotros mismos? La sabiduría del príncipe sólo puede hacerle ver el amor como una falsedad: la naturaleza del alma común no cala hondo. ¿Qué es la virtud del príncipe? ¿Qué es la naturaleza? La respuesta superficial parece sencilla: la virtud del poder radica en dominar la adversidad a través de la sabiduría sobre la naturaleza de los hombres. Pero la soledad del príncipe no es la del cartesiano. Eros aún se ausenta, pues el cartesiano sólo puede aceptar como evidencia un movimiento que pueda apuntar claramente. Lo que el cuerpo evidencia, el concepto lo hace sabido. La soledad del cogito no se debe sólo a la sabiduría: el alma que se evapora ya no puede comprenderse en la locura: cree que el mito sobre las alas es un cuento de fantasmas. ¿Será que conocernos sólo permanece siendo un problema, un problema no sólo reducible a los veredictos de la razón que calcula y aclara en soledad, mientras lo bueno y lo bello sean idea en sentido platónico y no valor o concepto del ego que nunca puede comunicarse, que se ve impedido porque cree que el gobierno en general proviene de sí mismo? ¿Qué no la virtud más alta del alma es el dominio de sí? Falso: la moderación sólo culmina en poder cuando no hay locura divina. La virtud del príncipe es solitaria no porque sea afirmación de la razón sin alma, sino porque su nombre depende de no estar subyugado ni por la fortuna. ¿Y Eros, no es algo que escinde a tal grado de hallarse igual de solitario? Falso: Eros pierde su nombre cuando no es sed del otro que se parece a mí. ¿No es el mayor peligro del alma entregarse al fantasma de la soledad, a riesgo de padecer esa cordura de quienes no pueden amar? Razón, cordura, soledad, amor, poder, la espesura de la niebla que cubra la palabra y la vida, que ni en los que se dicen más solitarios es vida inocua para sí misma.

 

Tacitus

La lección de Scherezada

Asaz ingeniosa, conteniendo la venganza del sultán, Scherezada relata un cuento por noche con el fin de postergar la implacable muerte. Las historias no son entretenimientos de ocasión, deleite exquisito de lectura, colección de leyendas ni pasatiempos de cámara: es cuestión de vida o muerte. Quizá no tuvo el poderío para ser rescatada por el ejército puesto a su orden, o la increíble fuerza de los genios que intervienen sus relatos, sin embargo el arte de la narración pudo resistir los embates del sátrapa resentido. En el momento que éste se fastidie, la maestra cuentista morirá degollada y habrá una conclusión funesta (Las mil y una noches sería un cuasi mito donde el orgullo y dolor acabó con un reino entero). La urgencia por detener la locura anima la memoria. Invulnerables al olvido, las historias ocurren y adormecen la violencia.

Sorprende la retórica y memoria sobresaliente de Scherezada. José de la Colina, como otros lectores, fue uno de sus hechizados. A lo largo de varios de sus textos, hay testimonio de la admiración tenida por la Relatora. En el no-prólogo de Tren de historias, menciona la dificultad en la escritura de un cuento corto. Un argumento se puede extender hasta 270 páginas. El trabajo diario, siguiendo un plan inicial, lleva a tener una novela en pocos más de dos años. Escribir 27 argumentos distintos, con una calidad suficiente para ofrecerlos al lector, puede ser una tarea tan incierta como ardua. El principio de la historia llega, sin más, prescindiendo de nuestra súplica o exigencia. Aquello que detona el relato ocurre en la vez menos esperada (mientras se saca la basura, mientras se va de pie en el camión, mientras se compra los boletos del cine, mientras nos aburrimos en la escuela…). Story happens y los autores intentan aprehenderlo a través de su escritura. Maravilla que Scherezada pudo tener tantas historias para salvarse la vida. Única y divina, tantas stories happened en la ocasión precisa.

Las mil y una noches se volvieron únicas por contener historias. Esas noches trascendieron la vorágine. Así como Scherezada, ¿nuestra vida tiene significado por esas historias dignas de contar? A diferencia de la vida cifrada en minutos (la cual se ilustra con la clásica burda imagen del reloj arena cuyo montículo va deshaciéndose conforme cae le grano, así como los minutos que no vuelven), los relatos hacen más gozoso lo que vivimos. Hay algo que recordar y mediante la memoria aquello no termina en el olvido. Las risas de ayer, las conversaciones, lo asombroso permanece en nosotros. José de la Colina quedó fascinado al ver la portada de Cuentos de Scherezada y más aún: la Relatora le sirvió de modelo para muchas de sus narraciones. Sus vivencias, curiosidades, «visiones de mundo», extrañezas tuvieron cabida sólo por la lección de Scherezada. ¿No será que a través de nuestras historias posponemos nuestra última noche?