El hombre es un animal político, y como tal funda su hacer en el decir. Es el logos el que puede dibujar aquello en lo cree y aquello que le da sentido a cada acto humano, por ello en la vida política el discurso es importante, aunque más lo sea el diálogo.
En el discurso se ve el trascurrir de ideas y nociones sobre lo que es bueno y mejor para el hombre, pero en el diálogo se pueden sopesar esas ideas para dejar brillar aquellas que valen la pena y dejar de lado las meras ocurrencias.
Cuando se cancela el diálogo y se deja sólo una voz discurriendo entre el silencio de oyentes casi dormidos, la política abre paso a la mera ocurrencia, y lo peligroso de la ocurrencia es que pretende cambiar la realidad que se vive todos los días simplemente con el logos.
El diálogo se cancela en la medida en que se coloca al otro como un mero ocurrente, al desdibujar al otro mediante descalificaciones sin argumentos se anula la posibilidad de escucharlo o el valor que tenga siguiera prestarle oído.
Entre algunas ocurrencias se han señalado pecados de medios como las redes sociales, se dice que éstas tienen sus pecadillos en tanto que permiten a cualquiera decir lo primero que se le ocurre, el pecadillo no estriba en la posibilidad de decir, sino en la cerrazón para escuchar.
Maigo