Atentos los soldados, lo que pasa por encima de sus ropas es cuestión para ellos de importancia, los cuidadores poderosos en manos del azar el sentido de sus tardes encontraban.
Tras los insultos a los reos, uno de ellos sumamente manso, los vigías veían cómo es que los dados les concedían o les negaban el tener un manto y una túnica en suerte. ¿Qué caerá? ¿Será bueno? ¿Acaso hubo trampa?
Los poderosos vigías se entretenían con asechanzas, mientras en el madero la vida de su reo se acababa.
Las suertes sobre ropas extendidas en el suelo, y elevándose al cielo, el manso Cordero, viendo cómo a pesar del juego la salvación alcanza para aquellos que no buscan poder, para los que lejos de los juegos y las chanzas entregan sus vidas por los amigos sin esperar de este mundo alabanzas.
¡Qué lejos está el tesoro de la salvación cuando cuelga del madero!, ¿Cuánto nos alejamos de ser salvos al preferir las suertes y los insultos que son propios del juego en lugar de ver el gesto de amor del inmaculado Cordero?
A veces pareciera que la vida se nos va en tiradas mezquinas, destinadas a ganar investiduras ya vacías.
Maigo