Comparaciones

La actividad de comparar es exclusiva del ser humano. Es una modalidad del conocimiento; más específicamente: del autoconocimiento. Aunque hay de comparación a comparaciones. Aquí, como en las revistas de chismes que intentan incentivar la violación a la privacidad, no se van a hacer comparaciones como “yo no soy así como x” o “ni que fuera como tal para llegar a esos niveles”. Comparaciones como las anteriores podrían llevarnos a ver “vanos fantasmas de niebla y de luz”. Aunque no se puede negar que también son comparaciones. Pero hay comparaciones que no se quedan en el plano anecdótico y son las que vemos nacer en la literatura. Hacer una comparación es un ejercicio poético.

Leemos “su furia era como la de un León”; podemos entender lo que sería capaz de hacer el personaje con esa furia o lo difícil que fue contenerla y también podríamos comparar lo que estamos leyendo con otras personas que también conocemos. La comparación nace de dos características de dos ámbitos distintos que conocemos y son semejantes la una de la otra. La furia, el que alguien padezca un enojo casi extremo, nunca experimentado, se asemeja a lo que vemos o sabemos que hace comúnmente un león. Cuando vemos a una persona comer velozmente y en abundancia, algunos suelen decir que “tiene hambre de perro”, pues hemos visto a los perros, cuando tienen hambre, devorar su comida. Si comparamos las dos comparaciones recientes, notamos que la primera tiene una mayor amplitud, pues no sólo nos muestra un aspecto de la furia, sino que la persona furibunda puede ser violenta llevada por su furia, así como notamos que cuando se encuentra muy enojado cree que tiene la fuerza de un león; además un león causa miedo. Para no darle más significado del que realmente tiene a una comparación, a veces se precisa o acota, según lo que se diga y el contexto en el que se diga. Es diferente si se dijera “león hambriento” o “el regreso de su furia mostró por qué le decían león famélico”. Aunque los problemas de estas comparaciones, además de las específicas diferencias que tenemos con los animales, son que en la ciudad ya no vemos leones en su ambiente y que estamos más acostumbrados al trato con la tecnología. Hablamos más de “mood”, “tengo la pila llena”,  “dejar en visto”, “bloquear”, etc. Estas comparaciones nos muestran que tenemos más diferencias que semejanzas con los celulares y las Apps. Pero, quienes hacen  etc. n visto» llena»ato con la tecnologgnsu ambiente y que estamos mpuede ser violenta llevada por su furia, asomunmente uso de esas comparaciones ¿creen o suponen que tenemos más semejanzas con los celulares que con los animales? O, peor aún, ¿su experiencia sólo les muestra eso? Todavía mucho peor, ¿quieren convertirse en celulares? Tal vez sea exagerado suponer que las personas sólo quieren reaccionar ante los estímulos y ser ajenos a casi toda responsabilidad, pero al menos el exclusivo uso de estas comparaciones (junto con sus antepasadas de fuerza, energía e intensidad) muestran la forma como creemos entendernos.

Yaddir