Entre planes para reformar al mundo conocido hasta entonces, y comedias representadas a la luz de un gran incendio, a Nerón se le escapaba la posibilidad de un buen gobierno.
¿Sería Lisístrata de Aristófanes alguna de sus obras predilectas? O quizá fue otra comedia la que lo movió a componer hirientes versos mientras su ciudad ardía sin tregua.
No sabemos lo que pasaba por la cabeza de este hombre que en Roma fue gobernante, posterior a un loco y otro que estuvo más o menos cuerdo.
Nerón, cual loco emperador sólo en la daga de su esclavo encontró consuelo una vez que vio que el teatro ardía realmente y no sólo por juego.
El emperador teatral fue amante de lo antiguo, de las comedias en las que probablemente veía femeninas huelgas y otros inusuales movimientos, pero también lo era de lo moderno, como las ejecuciones sistemáticas que organizó para entretención de su pueblo.
Nerón desde el escenario se burlaba del pueblo entero quemándose y de las ejecuciones que en el poder lo sostuvieron, entre las víctimas estuvo su madre, a quien le debía el trono y quizá algo de respeto.
El emperador matricida, no contó con que su comedia levantaría a varios en su contra, que acabaría huyendo y señalando en su desvarío que junto con él moría un artista que jamás se tendría de nuevo.
¡Ay, en tantas cosas se equivocó Nerón!, que no se percataba de que su modo de estar en el mundo era parte de la condición humana, pues no es el único que insensible se burla del dolor mientras monta para sus gobernados un terrible drama.
Maigo.