El texto no llegó, pues no salió de casa
todo lo desinfectó, sus manos las lavó
pero su café se enfrío esperándolo en la taza.
El texto no salió, haciendo gala de paciencia
al guardarse pensó que hacía bien
para dar lugar con su silencio a la ciencia.
El texto se guardó, para no contagiar
con desesperanzas a nadie.
Para no aumentar el miedo,
o para evitar un desaire.
Por lo que haya sido: miedo,
prudencia, amor por el otro,
o por gestos de paciencia,
el texto no apareció.
Lo cierto es, que hoy le tocaba,
pero el texto no salió
porque la cuarentena guardaba
Maigo