Lluvia de primavera

Entre rostros de miedo y caras cínicas cayeron las primeras lluvias, las lluvias de primavera, esas que primero son algo tímidas, esas que en poco tiempo caen con fuerza y mojan todo.

Esta primavera fue diferente a las demás ya que entre las gotas cayentes se vieron algunos rostros visiblemente preocupados, pues querían entender lo que entre las finas líneas de agua se dibujaba, aunque el dibujo no se esclarecía, algo mostraba de sí.

Otros rostros, también bajo las lluvias, pertenecieron a hombres ocupados en granjearse los sonidos de los aplausos, pues la lluvia suena como manos golpeándose, y algunos estultos suelen aplaudir a los aventureros que construyen castillos de azúcar en la calle durante las lluviosas tardes de primavera.

Las primeras lluvias de primavera, con el polen en el aire y la presencia de otras cosas, mojan los rostros de hombres preocupados por entender y de aquellos que suelen ocuparse por atraer el aplauso estulto con dulces boberías, a todos por igual, aunque no todos las reciban con la misma disposición de ánimo

Las primeras lluvias de primavera mojan rostros y ropajes de reyes y mendigos, de  príncipes y campesinos y de hombres preocupados o cínicos. Lo bello de estas lluvias es que a todos mojan por igual, a unos molestan más que a otros, pero nunca dejan de anunciar la vida que llega junto con la primavera, quien en silencio y sin fiestas ha llegado, y que muy pocos ven como tal porque se preocupan o disfrutan con el hecho de estar mojados.

Maigo