El antídoto del aburrimiento

Nunca pensé escucharlo, ni tampoco decirlo: las series nos están aburriendo. Tal vez no a todos les aburran. Quizá no sea culpa de las series mismas, que poco a poco, de tanto repetirse, estén perdiendo su sabor, o la sal que les daba su sabor. Podría ser que tantos maratones nos incitan a mirarlas en automático, sin fijarnos en los detalles, sin reflexionar en algún acierto del guion (esas frases perfectas que parecen aplicarse a lo cotidiano) o impactarnos cuando una escena sea exageradamente verosímil. Posiblemente lo interesante de ver una serie es el contraste con lo cotidiano. Al cambiar lo cotidiano, las series son demasiado irreales. No pasa lo mismo con los libros porque los libros nos contrastan a nosotros con nosotros mismos.

Cada que reviso las redes sociales noto cómo nos aburrimos. La persona que se aburre no es interesante. Creo que algo así leí hace no mucho. Existen montones de actividades interesantes. No haberse interesado en ellas nos perjudica. Conversar es un bien que hemos desvalorizado por cuantificarlo. Una charla no debe ser un negocio para ser una buena charla. ¿De qué podemos presumir, mejor dicho, de qué podemos conversar ahora que estamos en cuarentena? Una de mis amistades, con la que me he entretenido mucho conversando en las últimas semanas, me maravilla describiendo detalles de su infancia y adolescencia. Gracias a esas historias entiendo por qué es como es. Maravillosamente la idea la encontró en Facebook. La mentada amistad iba a hacer lo mismo en el mismo espacio, pero se espantó al encontrarse que en las publicaciones de su amigo virtual los comentarios, con y sin tacto, lo tachaban de loco y querían canalizarlo a un psicólogo. Es más sensato ignorar a un amigo con el celular que oírlo hablar sobre su pasado.

Descubriendo nuevas actividades, me puse a leer todos los comentarios de una publicación de Facebook. Un contacto puso una imagen con una frase en su muro que decía “Cuando salgo quiero volver a casa, y cuando estoy dentro quiero salir.” Además de una infinidad de respuestas en forma de albur, en uno de los últimos comentarios (del domingo reciente) se apreciaba: “Sí sabe lo que quiere, no estar consigo mismo”.