Renacimiento

Giordano Bruno por fin lo había logrado.

No es que fuera un excelente filósofo y hombre de ciencia como dicen los hombres modernos que fue; es que era un mago poderosísimo.

Salvo algunos estudiados y conocedores de las estrellas (lugar donde quedan registradas las verdades históricas de la realidad) nadie más se enteró de lo que aquél sabio había completado mediante la suma de su esfuerzo y descomunal erudición.

En un ritual que duró poco más de diez años, y terminado a la hora de Júpiter, como se indicaba según sus cálculos; por fin había cambiado el centro del universo, lo había escondido, logrando así, cuadrar sus teorías físicas, valiéndose de su gran poder mágico.

No fue en vano que lo quemaran por brujo ¡imaginen tremendo desajuste del cosmos mismo!, no digo que el pobre lo mereciera; sino más bien, que los intelectuales renacentistas, en general, sabían mucho más de lo que nosotros en la actualidad.