Macbeth dice de sí mismo, en unas líneas escritas por Shakespeare, que mató él al sueño, pues el terror de lo que hizo no le permite descanso y sólo le deja el desvelo.
Desvelo terrible, por actos terribles, desvelo insano, desvelo propio por quitar la vida a quien se encontraba en manos del sueño.
La maldad de este regicida es muy conocida, para él lo bueno ya es malo y lo malo ya es bueno, gracias a unas brujas que estaban en un campo yermo.
Hay quienes como Macbeth trastocan el sueño, pero no el propio, levantan o desmañanan a quien podría dormir plácidamente, y lo hacen para matar la razón, para dar lugar a rencores y enojos pasados con la finalidad de actuar como brujas y al albor del sol presentar que lo bueno ya es malo y lo malo es bueno.
En esas criaturas en las que se juntan la ingenuidad de Macbeth y la intención incial de las las brujas, se juntan humores que entre sí luchan y que ya no saben si al conservar liberan o si al liberar estrujan.
¿Cómo habría sido el desvelo del regicida de Escocia, si en lugar de buscar el poder en aquellas latitudes, donde parece haber bosques y vientos, y en ocasiones mucho frío, se hubiera encontrado entre selvas tropicales, con calores y moscos, con pozol en vez de vino y con asambleas llenas de gente engañosa en vez de humildes brujas en un campo vacío?